Después de su última discusión, Any y Adam no hablaron en poco más dos semanas. Él le pidió a Dayan que lo mantuviera al tanto de las novedades del embarazo. Ella no tenía necesidad ni ánimos de saber de él.
Pero un día Adam se cansó de fingir que todo estaba bien, tenían que dejar de comportarse tan inmaduros y hacer a un lado el problema entre ellos. Debían de ponerse de acuerdo sobre el tema del bebé y como iban a sobrellevarlo, así que fue a buscarla a su oficina.
—Hola —saludó al entrar. Ni siquiera se molestó en llamar a la puerta, sabía que Any no deseaba verlo.
Ella levantó la mirada por un instante, pero de inmediato se volvió a concentrar en la pantalla de su computadora.
—Hola —respondió fríamente.
—Solo vine porque creo que debemos hablar sobre el asunto del bebé —dijo, nervioso, mientras metía las manos en los bolsillos del pantalón.
—¿El asunto? —preguntó al mirarlo nuevamente.
—Sí. Me refiero a que si necesitas algo para ti o para él. Si necesitas que te lleve al médico o que compre algo para ti. Yo...
—Puedo arreglármelas sola, Adam —comentó de forma tajante mientras tecleaba con frenesí—. Afortunadamente tengo un empleo para costear mis gastos y los del bebé. Gracias.
Adam no quería discutir, pero ella lo estaba haciendo difícil. Suspiró profundamente.
—Eso lo sé. Pero soy su padre y quiero, y tengo que, hacerme cargo de él también.
Any no respondió, fingía seguir concentrada en su trabajo.
—Mira, ¿podemos olvidar por un momento que me odias? —preguntó Adam.
Ella por fin lo miró. Para nada era real lo que acababa de decir.
—Ya sé que no quieres verme —continuó él—. Pero así son las cosas y siempre voy a estar presente. Quiero estar al pendiente de él, de cómo está creciendo. Si tienes alguna molestia, quiero saber que está bien. Así que deja de ser orgullosa, por favor, y tratemos de convivir lo mejor posible por su bien.
Aunque rodó los ojos cuando la llamó orgullosa, Any sabía que él tenía razón, debían tratarse cordialmente por el bien de su bebé. Se levantó de su asiento y se cruzó de brazos.
—Bien. ¿Qué sugieres?
—Pues... No lo sé. —Se encogió de hombros—. Para empezar, quiero acompañarte al médico cuando tengas tus citas, para que también a mí me informe cómo está. Y podemos dividirnos los gastos de todas esas consultas médicas y del nacimiento. —Para Adam sería fácil cubrir él mismo todos esos gastos, era algo que tenía pensado hacer, pero no quería meterse otra vez con el orgullo de Any y comenzar una nueva discusión.
Para ella en realidad fue un alivio escuchar la propuesta de Adam sobre los gastos. Ya había investigado y no era nada barato, pero no lo iba a admitir delante de él.
—También, cuando ya esté aquí —continuó Adam—, hay que ponernos de acuerdo en otras cosas. Cuando nazca, supongo que va a estar contigo.
—Por supuesto —se apresuró a decir Any—. Será pequeño y necesitará estar con su madre.
Adam asintió, cabizbajo.
—Pero claro que tú podrás verlo siempre que quieras —dijo ella en un tono más suave—. Y cuando sea más grande pasará algunos días contigo.
En ese momento los dos pensaron en lo triste que sería no criar al bebé juntos, como una familia, tener que llevarlo de un apartamento a otro, decidir qué festividades pasaría con quien, dónde y cómo harían sus fiestas de cumpleaños. Y si con el tiempo uno o los dos comenzaba una nueva familia, sería aún más complicado.
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Canción De Amor
RomancePara Any lo primordial es conseguir un empleo y terminar la universidad, ni siquiera tiene tiempo para pensar en el amor. Sin embargo, en el intento por cumplir sus objetivos terminará conociendo a la banda de rock favorita de sus amigas. Y uno de e...