De nuevo en casa

3 0 0
                                    

El viernes los dos tomaron un vuelo a la pequeña ciudad donde vivió Any desde niña y hasta que se mudó para ir a la universidad. Era un vuelo corto y no tardaron en llegar. Cuando ya estaban en el aeropuerto destino Any caminó rumbo a los taxis.

—¿A dónde vas? —preguntó Adam.

—Por un taxi. No quiero pedir a mamá que vengan por nosotros. Además, seguro papá se va a negar.

—Vamos. —Adam señaló con la cabeza el camino contrario a donde Any se dirigía—. Renté un auto desde ayer.

—¿Qué? ¿Por qué? Solo estaremos un par de días y no saldremos.

—No quiero lidiar con los problemas de conseguir taxis. —Se encogió de hombros y retomó el paso.

Pero en realidad Adam quería que Any estuviera cómoda, tal vez tenía pocos meses de embarazo, pero no le gustaba la idea de ella esperando o subiendo y bajando de autos extraños.

—Bien. —Any lo siguió—. Como tú digas, señor delicado —murmuró.

—¿Qué? —A Adam le pareció escucharla decir algo que no alcanzó a comprender porque caminaba delante de ella.

—Nada. —Any lo alcanzó y caminaron juntos hacia el local de autos en renta.

Tardaron aproximadamente cuarenta minutos en llegar a casa de los padres de Any. Cuando Adam detuvo el auto y Any observó su casa le llegaron a la mente muchos recuerdos de su niñez. Amaba a sus padres y sabía que ellos la amaban también, y le dolía decepcionarlos.

Adam pudo notar un suspiro en Any al mirar el que fue su hogar y se dio cuenta de que los ojos se le llenaban de agua.

—¿Estás lista? —preguntó y tocó su mano.

Any volvió a la realidad en cuanto sintió el toque de Adam. Bajó la mirada y ahí estaba, su mano sobre la de ella, tan cálida como siempre que la hizo salir de sus recuerdos de niña y entrar por un momento a las recientes memorias que ya había creado con él.

—Sí. Vamos. —De inmediato bajó del coche.

Caminaron hasta la entrada principal, pero antes de llamar a la puerta la madre de Any salió a recibirlos.

—¡Hija! —dijo con emoción y de inmediato abrazó a Any. Aun no se le notaba mucho el embarazo y menos por la blusa que usaba, pero con el abrazo pudo sentir su pequeña pancita—. Mira nada más. Déjame ver eso. —Se apartó un poco de su hija.

—Pero, mamá, casi no se nota todavía —comentó Any, pero estiró la blusa revelando el vientre abultado.

—Claro que sí. ¡Ay, no lo puedo creer! —La madre de Any estaba muy emocionada. Se cubrió la boca con ambas manos, a punto de llorar.

—Mamá, tranquila. —La abrazó de nuevo.

Después de que se separaron por fin tuvo tiempo para notar a Adam. Su hija había ocupado toda su atención.

—Y aquí está el culpable —dijo mirando a Adam.

—Yo... —él no tenía idea de que responder.

—Estoy bromeando, ven acá. —También lo abrazó.

—¿Papá está adentro? —preguntó Any, temerosa.

—Sí. Pasen.

Ambos intercambiaron miradas y luego entraron a la casa. La madre de Any los dirigió a la sala, su padre estaba sentado en el sofá. El hombre se puso de pie en cuanto los vio entrar.

—Hola, papá —saludó Any, nerviosa.

—Hola —respondió el hombre seriamente.

Any se acercó para darle un abrazo que, para alivio de ella, él no dudó en corresponder. Pero mientras la abrazaba y aun cuando el abrazo terminó mantuvo la mirada fija en Adam. El bajista tragó saliva, parecía que sería tan difícil como lo pensó.

Canción De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora