Buenos días, mi amor

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Cuando Any despertó ya era mediodía. Se estiró y pudo notar que sus piernas estaban adoloridas. Sonrió al recordar todo lo que había pasado hace algunas horas. Pero cuando miró a su lado para ver si Adam aun dormía, se dio cuenta de que la cama estaba vacía.

De inmediato se sentó, recuerdos no muy agradables vinieron a su mente y un viejo sentimiento de abandono llegó a su pecho.

Rápido agudizó el oído para escuchar si Adam estaba en el baño o abajo en la cocina, pero no percibió nada, había un completo silencio en todo el lugar.

Estaba por levantarse cuando vio una nota sobre el buró.

Buenos días, mi amor.

Tuve que ir al estudio.

Lamento no estar allí cuando despiertes,

pero te veías tan hermosa durmiendo

que no quise despertarte.

Vuelvo lo más pronto que pueda.

Te amo.

Le llegó una sensación de alivio al leer la nota, por lo que se llevó al pecho el pedazo de papel y suspiró.

Después vio que su vestido y demás ropa estaban acomodados sobre una silla, y sus zapatos estaban en el piso, junto a la misma.

Sonrió al sentirse tan afortunada, tan amada.

Su estómago le avisó que tenía hambre, no había comido desde la hora de la cena de ayer, en la fiesta. Se levantó, se puso una holgada camiseta negra y un short de mezclilla, y fue a la cocina.

Un rato más tarde estaba cortando unas verduras para la comida cuando llegó Adam.

—Hola —saludó el chico al entrar.

—Hola —respondió ella, con una tímida sonrisa. Solo lo miró por un instante y siguió con lo suyo.

De repente, sintió las manos de Adam rodeando su cintura y la abrazó por detrás. Ni siquiera se dio cuenta cuando se acercó, por lo que se sobresaltó.

—Te extrañé —dijo él, y le dio un beso en la mejilla.

—También yo.

—¿Viste mi nota?

—Sí.

La soltó por un momento para tomar algo que estaba detrás de ellos y enseguida le dio a Any un ramo con tres rosas rojas. Ella soltó lo que tenía en las manos y tomó las flores.

—¿Y esto? —preguntó, con emoción.

—Son para ti, por supuesto.

—Gracias. —Any sonrió.

Adam la abrazó de nuevo y casi de inmediato metió las manos dentro de su camiseta, ambos agradecieron que no usara brasier en ese momento. Masajeó sus senos y ella lo miró por encima del hombro para poder besarlo.

Mientras una mano seguía concentrada en su pecho, Adam bajó la otra y consiguió desabrochar el botón de su short. Cuando estaba por meter la mano dentro de su ropa, Any se dio la vuelta para enfrentarlo.

—¿Por qué siempre me interrumpes? —preguntó Adam, frustrado, antes de que ella pudiera decir cualquier cosa.

La reacción del chico y su cara graciosa, debido a la frustración, hizo reír a Any.

—Lo siento. Pero tenemos que comer primero. ¿No tienes hambre?

—No mucha.

—¿Comiste con los chicos?

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