Capitulo 11

3.1K 172 98
                                    

Isabela

La noche se descontroló. De una buena manera, pero lo hizo. En cuestión de segundos, Alex se nos acercó con un par de tragos, advirtiéndonos a las tres por igual que solo podíamos beber dos vasos. No más. Quería que lo pasáramos bien, no que acabáramos mal.

El segundo momento de locura fue cuando mi hermano no solo se llevó a mi amiga, Lola, quién sabe a dónde, sino que además logró meter a la mitad del colegio en la casa. No se puede caminar ni adentro ni en el jardín.

Me quedé sola. En plena noche. Alex se llevó a Lola y Luka ha estado toda la velada intentando conquistar a Ema, aunque ella no hace más que reírse de sus ocurrencias.

El plan de arruinarle la noche a Teo quedó en pausa. Tampoco encuentro a Isaac, con quien siempre paso un buen rato. Seguro se ha escondido en algún rincón de la casa, probablemente con un libro. Me gustaría ser él ahora, donde sea que esté, seguro es mejor que aquí.

Suspiré y me acerqué a la mesa para servirme mi segundo trago de la noche. Soy una buena hermana pequeña, así que le haré caso a Alex. Aunque no se lo merezca, ya que por su culpa estoy sola. Sin embargo, me alegro por Lola, que llevaba esperando este momento mucho tiempo. Que a mi hermano le den.

Antes de llevar el vaso a mis labios, vi al idiota de Teo a unos pocos metros, coqueteando con una chica que, por alguna extraña razón, me resultaba demasiado familiar. Tomé el vaso y me acerqué un poco más.

No puede ser.

Saqué mi móvil y revisé los mensajes sin leer. En primera posición estaba ella, esa idiota. Era una de las que me había estado enviando miles de mensajes horribles por la publicación de Teo.

El plan de dejar en paz a Teo tras la desaparición de mis amigas... ya no es viable. Sin pensarlo dos veces, me bebí el trago de un solo sorbo. Él seguía allí, sonriéndole de forma seductora, mientras ella, con una sonrisa boba, parecía estar a punto de explotar de felicidad. Qué asco me daban los dos.

Di unos pasos más, olvidándome de los nervios, y me lancé sin pensarlo, abrazando a Teo por la espalda.

—¡Me dejaste sola, Teo! —exclamé, apareciendo delante de él con un puchero y luego mirando a la chica—. Ah... ¿y tú eres...?

La expresión de Teo cambió en un segundo. El disgusto se apoderó de su rostro. De reojo, noté a varios observándonos con poco disimulo. Seguro esperaban que Teo me ridiculizara en público, como solía hacer, o que me mandara a paseo. Y la verdad... estoy empezando a dudar de que tenga algún privilegio por ser la hermana de Alex. Teo me estaba fulminando con la mirada, y no de la forma seductora, sino como si quisiera borrarme del mapa.

Un milagro sería bienvenido.

—Mocosa —dijo con voz hostil—. ¿Se puede saber qué estás haciendo?

Mierda.

Ahora sí que tengo miedo. Mucho miedo.

Plan B. Aborto la misión principal. Aclaré mi garganta, di un paso hacia él y le tomé una de las manos con un nuevo puchero.

—Esa chica me amenazó por la foto que subiste —dije, haciéndome la víctima.

La mirada de Teo fue hacia la chica y, sinceramente, me dio lástima. La miró con tal frialdad que hasta yo sentí un escalofrío.

—¿La amenazaste? —le preguntó Teo.

—No sé de qué habla, es una loca —respondió la chica—. ¡Está inventando todo, Teo!

Ella se acercó, apartando mi mano para poner la suya en su lugar.

—Vamos a otro sitio, donde no se te peguen las niñatas.

Dos metros lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora