Teo.
Hoy, finalmente, se resolverá el misterio de la hermana de Alex. La voy a conocer y verificaré si en realidad la he visto antes. Estoy seguro de que todos están confundidos con alguno de nuestros otros amigos. Salí de casa emocionado, en busca de mi amigo y de su enigmática hermana. Alex ya me esperaba en la entrada de su casa, solo, sin rastro de la pequeña.
— ¿No se suponía que estaría aquí tu dulce hermanita? —le preguntó cuando llegué a su lado.
— Su papá la llevó, tienen que hablar con el director y esas cosas —respondió sin darle mucha importancia.
Vaya decepción. Tenía muchas ganas de conocerla antes que Luka e Isaac. Mientras me quejaba mentalmente, Alex lanzó una advertencia que parecía más amenazante de lo habitual:
—Dos lejos metros, Teo. A dos metros de mi hermana.
— ¡Sí! Ya lo entendí.
Alex no bromea cuando se trata de mantenerme lejos de su hermana. Me gustaría hacerle entender que nunca vería a la hermana de un amigo, y menos a la de mi mejor amigo, de manera inapropiada.
Seguimos platicando de lo de siempre, vóley, mientras caminábamos hacia el colegio. No volví a mencionar a su hermana, no tenía intención de morir tan temprano. Pero en algún momento de este día, la conoceré y me quitaré esta duda que me atormentó todo el fin de semana.
Para mi desgracia, a una cuadra del colegio, escuché una voz femenina llamándome. Al darme la vuelta, mi mirada se topó con la molesta presencia de Sara, la chica con la que estuve saliendo estos días. Suspiré y puse los ojos en blanco. No tengo ganas de soportar su chillona voz esta mañana.
—Guapo, no me llamaste —dijo haciendo un puchero.
Suspiré con frustración, frotándome la frente. Estaba a punto de perder la calma.
—Estuve ocupado, hablamos luego —respondí secamente.
No sirvió. Ella me tomó de la mano con una sonrisa. Antes de que pudiera dar un paso, solté su mano y la miré decidió terminar con esta farsa.
— No me gusta que me toque, ya te lo dije. Además, no eres mi novia y no me interesas, solo estaba aburrido.
Vi cómo la tristeza llenaba su rostro, pero no entendía por qué. Fui sincero, ella no me interesa. La invita a salir porque es guapa y necesitaba distraerme. Pero en cuanto rompió a sollozar, puse los ojos en blanco. Siempre sucede lo mismo... es agotador.
Antes de que pudiera marcharme, un golpe seco en la cara me quedó paralizado. Llevé la mano a mi mejilla, donde aún ardía el reciente bofetón.
— ¡Eres un maldito idiota! —gritó enfurecida antes de correr hacia la entrada del colegio.
No lo podía creer. ¿Quién se cree que es para golpearme? ¡Esto no se lo voy a dejar pasar!
— Te lo tenías merecido —dijo Alex con desaprobación—. ¿Cómo le vas a decir que estabas aburrido? Un poco de tacto, animal.
— No tengo ganas de hablar de esto —resoplé, aunque tal vez tenía razón. Tal vez me lo merecía, pero mi orgullo es demasiado grande como para dejarlo pasar.
—Y ahora estás pensando en meterte con alguna de sus amigas para dejarle claro quién manda, ¿verdad? —adivinó Alex con el ceño fruncido—. Eres asqueroso, Teo.
Llegamos al colegio y nos encontramos con Luka e Isaac. Mientras me sentaba en mi lugar, tomé mi móvil para inspeccionar el daño en mi mejilla: estaba roja e hinchada. Maldita perra y sus anillos. Luka e Isaac no tardaron en notar la marca.
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Dos metros lejos
RomanceIsabela guardó con cariño la pelota de vóley que él le obsequió años atrás, aferrándose a la esperanza de volver a verlo algún día. Teo, por su parte, ha relegado ese recuerdo al rincón más profundo de su mente y no recuerda a Isabela. Hizo una prom...