Capítulo XXXVII

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Mi chico noche tomándome desprevenida ancla sus hermosas y perfectas manos en mi caderas y me hace girar sobre mi, dejando mi rostro, pecho, abdomen y piernas contra la cama dándole la espalda a ambos. Suspiro cuando siento como dejan pequeños besos por toda mi espalda, mientras van subiendo la tela de mi camisa poco a poco. La piel se me eriza por la sensación que también me hace suspirar.

Ambos besan mi espalda baja y uno de ellos incluso clava un poco sus dientes en la carne de mi trasero, gimoteo al sentir esto y eso me hace ganar un beso donde fui mordida, luego vuelven a subir y dejan ambos dos besos en los hoyuelos en la parte baja de mi espalda. Río cuando alguno de ellos hace que apoye mis rodillas en la cama, me alzo colocándome en cuatro pero Cerez sisea y hace que me doble hasta apoyar de nuevo mi rostro en la cama pero con mi trasero levantado hacia ellos.

Ambos vuelven a los besos en mis piernas, por afuera de mis muslos hasta que van entrando a la parte interna de estos, mi centro se contrae al sentir a uno de ellos subir muy cerca de aquella parte casi expuesta, porque aún tengo mi ropa interior, su cabello hace cosquillas a veces pero eso no me quita lo caliente. De la nada siento como se separan, giro un poco mi rostro para tratar de verlos, encontrándome con que Cerez se acomoda entre mis piernas con su espalda en la cama y su rostro quedando justo en aquella parte de mi, mientras Keled se coloca a horcadas sobre la cintura de nuestro chico.

El Pelinegro agarra los costados de mi braga y las presiona un poco haciendo que se pegue más a mi piel húmeda que me saca un quejido por la sensación, luego por fin la baja dejando que el aire fresco pegue ahí, murmuró algo que ni yo entiendo hasta que escucho la tela romperse, ruedo los ojos pero no me quejo, ni mucho menos cuando Cerez sube sus manos para anclarla en mis caderas para bajarme un poco hacia su boca.

Varios y casi incomprensibles frases salen de mis labios abiertos cuando empieza a dar pequeños y suaves movimientos alrededor de mis carnes pero luego me sube de nuevo a donde estaba sacando un quejido de reclamo que pronto es callado, porque justo ahí sentí como Keled entraba en el juego, jugando con su boca también en aquella parte.

Casi pierdo el control de mis piernas, mis manos se estiraron por las sábanas para agarrarlas en puños cuando Keled empieza a jugar con mi botón chupando un breve momento para seguido sentir como Cerez me vuelve a empujar a su boca. Ambos chicos gimen bajo, cuando me retuerzo sobre ellos y gimoteo.

Muerdo mi labio con fuerza cuando aquel fuego en mi vientre se extiende y poco a poco la montaña va subiendo a su tope, tiemblo más cuando agregaran un dedo dentro de mi mientras Cerez sigue jugando, casi puedo sentir como pronto la sangre va a empezar a salir de mis labios por lo fuerte que muerdo, mientras ellos me sienten apretarlos, casi llegando y lo saben por lo que paran y de la nada recibo una pequeña nalgada que me hace gruñir.

- Preciosa - llama Keled - Se buena chica y termina cuando te avisemos.

Oh Joder, eso somos muy hot. Mis ojos se sienten nublados y no puedo ser coherente en nada de lo que diga como suele ser siempre que estoy así con ellos. Me agarro con más fuerza la sabana cuando vuelve a entrar aquellos dedos y se curvan un poco tocando un punto dentro de mí que me hace mortiguar un gemido en la almohada, mis paredes se contrae contra sus dedos una vez más y mi chico sol acelera sus caricias de lengua en aquel botón antes de soltarlo y dejarme firme en la cama de nuevo. Mi respiración es un asco ahora mismo, el sudor pega la camisa a mi torso.

Mis chicos vuelven a gemir y la cama se mueve, los siento alejarse por poco tiempo, sacando un quejido de reproche en mí, estaba tan cerca. Solo me toca tratar de recuperar mi aliento mientras vuelven a mi, cosa que sucede inmediato. Dos manos se vuelven a anclar en mis caderas, suben por mi espalda y bajan de nuevo hasta mi zona mojada, donde toca un poco entre mi deseo para luego expandir este por mis muslos.

Eres tan Gay como para ser GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora