capitulo 5 inconsciente

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Venicio me preguntó porque aún estaba despierta, solo le dije que estaba haciendo un pedido y me tuve que quedar, me dijo que se preocupó ya que llamó varias veces a mi casa y solo respondía un hombre con un bebé. Esteban se fue al baño y cuando volvió no era el mismo, se lo veía igual al odioso que conocí en la tarde, mientras hablábamos con Venicio sin querer bostecé y me dijo

-¡deberías irte a dormir!... Mañana vas a hacerme el desayuno dijo y soltó una risita pícara, imité su risa y le respondí con picardía

- espero sea a domicilio algún día- hasta donde yo estaba se notaba lo rojo que se puso su rostro; y luego de un silencio

- créeme que se jugar ese juego- salió de mi boca, en un tono muy seductor, Esteban me miraba fijamente, pero ambos nos sorprendimos de lo que yo dije. Me reí y le dije

- mañana hablamos chico mudo- y corté.

Mi cabeza me decía - no sabes lo que te espera- Me acerqué al sofá y Esteban estaba dormido. Me acosté a su lado y me asustó, se movió de manera tal que quedó sobre mí; Su pelo estaba revuelto, sus ojos me asustaban, y su mirada me dolía. Seguido de ese silencio torturador una frase que me golpeó como cincuenta boxeadores...

- Eres mía -

Me besó y cruelmente mordió mi labio hasta que comenzó a sangrar, y metió una de sus manos por debajo de la camisa haciendo volar varios botones; en consecuencia empecé a llorar.

Por primera vez en mi vida le tuve miedo. Me sentía expuesta, dolida, asustada y mi labio no paraba de sangrar, mi cuerpo temblaba. Esteban volvió en sí; él mismo se asustó de lo que me había hecho, sabe que no me gusta que me sometan en ninguna forma, me asusta incluso que me levantan el volumen de la voz.

Al parecer se avergonzó de lo que hizo, pero no lo soportaba, me aterraba quedarme allí con él. Le rogué que se aleje de mi, apenas se levantó corrí a tomar mi bolso, abrí la puerta y me fui. No lo dudé, llamé a Ariel, estaba asustada y quería ir a casa; En la calle no se veía nada bien, estaba nublado y parecía que iba a llover. Lo llamé a casa y entre llantos le pedí que viniera por mí.

Nunca lloro, y mucho menos escapo, siempre que tengo problemas los resuelvo, mi hermano se asustó demasiado cuando supo que era yo quien lo llamaba llorando. Me senté en la banca de una plaza y en menos de 15 minutos él estaba ahí con el auto, y cara de preocupación. Me vio y casi gritó del susto cuando notó que mi ropa tenía mucha sangre.

-llévame a casa- fue lo único que dije. Ya en el auto me tranquilice y sin notarlo me dormí. Ariel me despertó cuando estábamos en casa, bajó y me ayudó a bajar a mí; una vez en mi cuarto le narré todo lo que pasó sin olvidar un detalle. Estaba enojado, y mucho. Tomó mis manos y me dijo que lo iba a pagar,

-no hagas una locura-

Solté entre lágrimas y me abrazó fuertemente. Salió unos segundos, preparó un té y volvió literalmente corriendo con la taza y la caja de primeros auxilios. Me saqué la ropa y me metí en la bañera, Ariel me dijo con nostalgia

-siempre que siento tu aroma, es dulce, pero en esta ocasión tu aroma es a sangre-

Me lavó el pelo y me curó el labio. Salí del baño, me revisó y una de mis piernas tenía un moretón; Su cara cambió completamente. Su sonrisa, su mirada, todo

-Perdón, cuando salí corriendo me golpee con algo-

-No te preocupes corazón, todo va a estar bien... te quiero, ¡Dormí bien!

Besó mi frente, me arropó y se llevó las cosas.

-Pásame la cartera por favor- Cuando la tomé algo sonada. Era mi teléfono, vi la pantalla, había 17 llamadas perdidas de Esteban, Ariel miró también y me pidió que se lo diera. Lo tomó, apagó las luces y se marchó.

Dormí mal esa noche. Tuve pesadillas horribles, incluso Ariel durmió con migo. En la mañana me dijo que no fuera, que no quería que este allí.

- es trabajo... además te tengo para cuidarme ¿no?-fue lo que respondí inocente.

-Siempre, sos mi hermanita y nadie te va a hacer nada, quien lo intente deberá declararse cadáver- Me empecé a reír y nos abrazamos, me besó en la frente y me dejó para que me prepare.

Me vestí, llevamos a Augusto al jardín y llegamos al trabajo junto como siempre.

Pero en sus ojos podía ver los deseos de Ariel de matar a Esteban. Entramos y salude generalmente como siempre y fui directo a mi oficina. Ahí sentado, Esteban miraba el sofá y apoyaba su cabeza sobre el escritorio. En el instante en que lo vi, me acobarde y no quise entrar. Pero era tarde, Esteban me había escuchado llegar. Se levantó y camino hacia mí, el miedo me paralizó. Se arrodilló frente a mí y rogó que lo disculpara. Toque su cabeza y lo obligué a levantarse. Cuando lo hizo intentó abrazarme pero me alejé, acorralándome sola contra la pared. Recordando su rostro la noche anterior comencé a llorar, Ariel corrió hacia mí y traía un palo de amasar en su mano derecha.

-No lo hagas, por favor- Sabía lo que planeaba

- Quédate con migo. Caí de rodillas y puse mis manos en mi cara. Quería que todo acabara. Y en ese momento, el momento decisivo, donde pudo haber un muerto, Ariel estaba enojado, Esteban preocupado mirándome como si yo pudiera hacer algo para detener al gigantón. Me puse en medio tratando de mínimamente compadecer a mi hermano, de hacerlo volver en sí. Pero fue inútil, mi hermano me tiró a un lado y comenzaron a pelear en mi oficina, me puse nerviosa, escuchaba como tiraban mis cosas, rompían cosas, y demás, no podían seguir así, entré a la oficina y mi hermano fue nockeado. Esteban se tiró sobre él en el sillón y yo me lancé sobre él. Esteban me insultaba a mi hermano y me pedía soltarlo, me aferré a su cuello, él se levantó y se lanzó a la pared con fuerza haciéndome caer provocándome una leve contusión, perdiendo la noción de donde estaba, vi como Ariel lo nockeó y se acabó.

CAÍ INCONSCIENTE

dolorosa tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora