capitulo 6 el hospital

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Perdí  la conciencia, de ahí en adelante solo recuerdo que desperté en el hospital, Ariel estaba apretando mi mano y haciendo promesas para que despertara

– Por favor, te juro que si despiertas lavo los platos por el resto de la vida, te compro un auto, lo que quieras pero por favor despierta, te necesito-.

Y Augusto  en el sillón dormía.

–Empieza de nuevo que voy a hacer una lista- le dije y le sonreía a pesar de todo.

Lloraba y sonreía, me tocó la cara y me pidió perdón, me besó la frente y me dijo que tenía que irse pero no tardaría nada. Salió del cuarto avisando a alguien que desperté, no veía bien, era un hombre y traía flores.

Ariel volvió a entrar y se llevó al niño.

– Alguien quiere verte- me dijo, guiñó el ojo, me sonrió

Y luego de una pausa – voy a llevarlo al jardín- y se fue.

Hice las cuentas y me sorprendió que haya estado inconsciente tanto tiempo

–no puede ser... ¿dos días? -.

Entró un ramo gigante de flores con piernas de jean,

- no sabía que las flores tenían piernas... por cierto, que piernas tan sexys- dije soltando una risa pícara;

Y comenzó a hacer un baile sensual tocando sus piernas con una de sus manos y con la otra sostenía el ramo; Lo corrió y ahí estaba, Venicio.

Ambos nos reíamos, se acercó a mí y besó mi mano. Me dio el ramo y me dio los buenos días; el médico llegó y sonrió al ver tan romántica escena. Se acercó y Venicio automáticamente alejo el ramo de flores de mí, colocándolas en el sillón. El doctor me revisó y no encontró ningún inconveniente, pero me dijo que por las dudas me quedaría en observación un día más.

– ¿Alguna consulta?-  dijo mirando a Venicio;

Miré a ambos y le pregunté si podía levantarme. Respondió con una sonrisa

– no hay problemas mientras no salgas de este cuarto ¿sí?-

Acepté la condición y me senté en la cama.

Se fue con tranquilidad, y me quedé mirando a Venicio con insinuación;

-¿que estas pensando obligarme a hacer?-

 Bufó cruzándose de brazos. Me toque el pecho y abrí la boca como si fuera que lo que dijo era un insulto.

– Solo tenía hambre... pero sentís que te esclavizo, ahora no quiero nada- respondí cambiando mi cara a un puchero de niña pequeña. Rápidamente movió las flores del sillón paralelo a la cama al otro.

 Se incorporó, sentándose en mi cama, colocando una de sus manos en mi pierna acariciando de arriba abajo en un sentido muy seductor. Me guiñó el ojo y sonrió. Debo admitir que algo en mi se exaltó; sentía mi sangre fluir, mis piernas se contraían y mis ojos se cerraron con placer; tranquilamente puedo decir que ese gesto me excitó.

-¿qué quería comer mi niña berrinchuda? –dijo y se rió.

Me incorporé, mi cabeza dolía y tenía un ligero mareo. Me tomó por la espalda y se acercó mucho más. Con la mano libre acercó un vaso de agua de la mesilla, pero lo que quería estaba mucho más cerca; Levante ambos brazos tomando su mandíbula, y en ese momento mirándonos fijamente, sintiendo los mismos deseos, la misma pasión. El aire se sentía cálido, las cosas parecían diferentes, pude notar como Venicio perdió el aliento cuando tomé su rostro.

Ambos con expectativa, y cuando al fin acercó su rostro al mío, lo guié a mi derecha y coloqué mi boca en su oreja sellando mis labios en una frase

–te quiero-

Y así nos quedamos unos segundos, y grandiosamente sentí sus labios abrirse

– yo no-

Aún no podía entender porque dijo eso, mis ojos se nublaron por las lágrimas, sentía un dolor en el pecho que estaba matándome, y volvió a abrir su boca, mientras sollozaba a su lado me dijo

– yo TE AMO- y se sintió como si me dijera puedes morir ahora.

Las lágrimas desbordaron mi rostro, comencé a temblar, aún no sé porque; Así como yo, él estaba asustado, me abrazó con una fuerza descomunal. 

Cerré los ojos con fuerza y le rogué que no me suelte, y unos minutos más tarde me respondió

– no, hasta que dejes de llorar- acariciaba mi pelo y respiraba profundamente.

Ariel ARRUINÓ TODO.  Entró al cuarto y me vio llorar, instantáneamente le pidió a Venicio que se fuera, que yo necesitaba descansar. Venicio giró su mirada, lo miró y volvió a mirarme, borró mis lágrimas y sonriendo me murmuró

– ¿te traigo algo de comer cariño? –

Asentí con la cabeza, se incorporó de un salto y salió por donde entró. Ariel comenzó a reír cubriendo su boca  se acercó a mí y empezó a cosquillearme.

– ¿así que había algo entre ustedes no? –

Detuve sus manos y puse mala cara.

–No somos nada; pero cambiemos de tema, ¿cómo te fue en el trabajo? –

Se quedó pensando y me hizo una seña de que estaba cansado haciendo un bufido, se tiró en el sillón y le pregunte por Augusto; abrió los ojos con asombro... ¿QUÉ PASÓ?

dolorosa tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora