capitulo 12 sentando cabeza...

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-lo voy a tener... y me gustaría recibir tratamiento, no quiero que tenga problemas de salud por mis estupideces.-

Se quedó pensativa y me pareció que irme a dormir era lo mejor. Subí a mi cuarto, y antes de que pasara una hora Ariel se apareció y se sentó en mi cama.

-¿estás despierta?-

-no... (Sonidos de ronquidos)-

-jajajaja dale... y cállate que Dalia se durmió...-

-¿enserio? ¡¡¡QUE RAPIDEZ!!!- me senté de golpe y se asustó cuando prendí la lamparita.

-¿De qué hablaron?- me dijo con preocupación en los ojos.

-Está bien, quiere ir a rehabilitación... no quiere dañar la salud de su futuro hijo...- sonrisa tímida de mi parte, la cual el imita a la perfección.

-guau... entonces es cierto que los bebés cambian a las personas...-

-no podía vivir de fiesta todo la vida...- le solté encogiéndome de hombros.

-tenes razón... - se agachó y lo miré con la cara mas feliz del mundo... tenemos una cábala, cuando tenemos algún problema y no podemos dormir, ni vaso de aguga, ni vaso de leche...

HELADO.

-conseguí tramontana y chocolate... ¿si?-

Agarré el pote... -obvio-

A la mañana siguiente la llevé al materno infantil, nos dieron medicaciones, y esa tarde fuimos a Narcóticos Anónimos. Gracias al cielo, el bebé estaba bien. Pasaron las semanas y comenzamos mejor a hacer espacio en una habitación que no usábamos con Ariel. La equipamos con todas las comodidades y para vigilar que hiciera lo que le pedía, comenzó a trabajar con nosotros, no estaba sola nisiquiera en el baño; Cuando era adolescente ese era el lugar donde consumía drogas.

Tomaba la medicación en horarios debidos, comía tenía siestas, la revisaba, era un trabajo muy estresante. Poco después se acostumbró y al llegar a los cinco meses tuvo una recaída y al no poder consumir drogas , se alcoholizó terriblemente.

Me asustó demasiado, una de las chicas con las que trabajo me dijo que mi hermana estaba tirada en la calle, vomitaba y lloraba. Llegué en el auto y literalmente corrimos al hospital. Según el médico si la llevaba veinte minutos después lo perdería. El resto del embarazo nos quedamos en casa en reposo, y al cumplir los siete meses lo tuvo por un par de complicaciones con su cuerpo. Se accidentó bajando escaleras.

Luego de tenerlo, estaba más tranquila, ya no sentía esos deseos. Era sólo Augusto y nadie más. Lo bautizamos, y como "la burra siempre vuelve al trigo" mi hermana volvió a las drogas, pero esta vez no sobrevivió, la internaron por una sobredosis, y dejó una carta en el cuarto de Augusto que decía que si algo le pasaba que cuidemos de su hijo.

Es irónico como le enseño de todo y cada vez que veo sus ojitos lastimados, como si supiera que algo le falta, como si la recordara. Siempre que puedo trato de darle información pero es como su madre, cabeza dura; no quiere saber nada de otra mujer. Menos "madre".

Y así hasta el día de hoy que tiene dos años en un mes y ocho días cumple tres años. A pesar de que no es mi hijo es un orgullo; y ahora de golpe alguien viene a quitármelo. Y otra vez en mi cabeza esos ojos, tan brillantes, llenos de odio, cuando por fín entendí de quien eran...

Y me dije a mi misma, ya volviendo del cementerio donde visité a mis padres,...

-No puede ser... es cierto, es él... -

Mis ojos se abrieron como dos huevos fritos al sentir una respiración detrás de mí...

-Entonces... sí te acuerdas de mí ¿verdad?...-

Ahogué un grito y me volteé para volver a ver sus ojos, estaba con las manos en sus bolsillos, con esa sonrisa asquerosa como siempre, y esos ojos... sus ojos... penetrantes, dolorosos, que tanto odio... esos ojos que al verme me paralizaron todo el cuerpo...

-si... sos...

dolorosa tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora