CAPÍTULO 28 ¡PAF!

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Me sentía mal, aunque no tenía idea del motivo. Me levanté y me acerqué a la puerta, escuchaba como corría el agua.

-Gabriel, ¿Estás bien?-

-SI-

-Abríme la puerta-

-Estoy bien, dejame solo-

-Por favor-

-NO-

-ABRIME-

-TE ODIO-

-YO MAS... ABRIME-

Golpeé la puerta con los puños cerrados un par de veces. Quiero saber que tiene.

-Basta, no golpees mas...-

-Dale-

-Esta bien-

Finalmente abrió la puerta, de un salto lo abracé. Me estrujó entre sus brazos hasta que sonó mi espalda. Me reí un poco, Gabriel me dejó finalmente en el suelo. lo ví a los ojos, y bajé una de mis manos hasta llegar a la punta de sus dedos. 

-vamos-

-NO...¿ a donde? -

Llegamos a la cocina y me puse a buscar entre los cajones y las puertas de todos las alacenas, y en la heladera. Miré la hora, cuatro, quince de la mañana. Un poco de helado, crema chantilli, galletitas, algunas obleas; Todo en un bol con confites arriba. Cuando terminé, levanté la mirada y Gabriel sentado en la isla de la cocina, me miraba con una sonrisa pintada en los labios. Al verlo recordé a Venicio. Un fuerte golpe en el pecho, provocó en mi un dolor insoportable, llenando mis ojos de lágrimas. Pronuncié su nombre, antes de ahogarme en llanto.

-Venicio-

Momentos después de estar arrodillada en el suelo de la cocina, me encontraba sentada en el césped frente a una piscina iluminada, usando a Gabriel para cubrirme de la brisa nocturna. 

-Una noche de pesadillas eh?-

Levanté la cuchara en símbolo de acuerdo, y cuando quise meterla en mi boca, tomó mi brazo y la llevó a la suya. Protesté por el arrebato, como una niña haciendo berrinches.

-EH... MIO-

Su pecho vibraba por su risa contenida. Se calló al suelo, haciéndome caer sobre él. Reíamos juntos, hasta que me percaté de algo, tiene el torso desnudo. Me volteé de modo que mis manos quedaron sobre su pecho, desvié la mirada un minuto; Fundí la cuchara en el bol, sacando una gran porción de helado, el cual arrastré por su torso, mientras nos mirábamos fijamente a los ojos, llenos de deseo. Con ambas manos esparcí el helado por todo su pecho, mientras Gabriel acariciaba mi espalda. Dejé todo a un lado y me acerqué para besarlo.

-NO-

-¿Por qué?-

-Pueden vernos.-

Mire alrededor, claro Ariel.

Dejamos todo y caminamos adentro. Una vez que cruzamos el umbral me tomó en sus brazos y me llevó a la cocina, dejándome sobre la isla, sacó la crema chantilli y puso una generosa cantidad sobre su cuello, deleitándome con la vista, lo apresé entre mis piernas, dándome a la tarea de lamer su cuello. Otro dejavú vino a mi, Venicio. Alejé su cara de mi mente, su nombre, todo.

-Bájame-

-¿Por qué?-

-Vamos al sillón.-

Lo miró un momento, es un sillón grande, color café. 

-Bueno, vamos.-

Y en el sillón, en la oscura y tranquila noche en silencio hicimos el amor, y ensuciamos todo el sillón con crema. En la mañana, desperté en su cama, escuchaba a las aves cantar, y el sonido de la ducha. Me levanté con cautela y en una bata azul marino baje las escaleras, voy a hacerle el desayuno. Mis manos estaban temblorosas, pero aún así, hice tostadas, café, y dos pequeños bols con cereales, y al final jugo exprimido de naranja. Oí un bostezo, y sonreí al instante.

-Buenos días... guau me siento como si hubiera dormido por meses.-

-No soy buena con las fechas pero hoy es viernes y son las siete treinta, y ambos debemos trabajar.- dije mirando al reloj en la pared.

-JA JA si quiero no voy.-

-¿de qué trabajas?-

-Soy profesor de gimnasia, Tenis, y los fines de semana Entrenador personal-

-guau! ¿Te faltó algo?-

Se paró detrás de mi colocando sus manos en mis hombros y masajeando, me habló al oído.

-No, y vos, ¿además de pastelera?-

-Solo eso, me gusta cocinar.-

-Vamos a desayunar-

-Si-

Nos sentamos en la mesa en el patio trasero de su casa. Levanté un dedo en seña de que me espere un minuto. Corrí escaleras arriba y me puse mi ropa, mm tiene impregnada su perfume. Bajé corriendo, me senté y vi como esos hermosos ojos miraban al cielo. Tomé una tostada y la mordí, haciendo un ruido, molesto inclusive para mi. Comenzó a reír por lo bajo. Me miró de reojo

-se va a enfriar tu café, cuando termines te llevo al trabajo-

- no hace falta, además debo ir a casa a cambiarme.-

-No hay pero que valga-

Puse los ojos en blanco y seguí con mis tostadas. 

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-Estoy lista-

Grite mientras bajaba la escalera de mi casa, mi hermano estaba durmiendo aún.Agarré la mochila de Gus y nos fuimos con Gabriel. Dejamos a Gus en el jardín y me llevó a una cuadra de mi trabajo.

-Hay mucho tráfico- dijo mientras caminábamos de la mano.

-Si, es que hay fin de semana largo... El lunes no se trabaja-

-Cierto.-

Llegue a mi trabajo sonriente como nunca, bueno, solo una vez, con Venicio. Cuando creí que ya se había ido me levantó entre sus brazos haciéndome reír. Me bajó y me transmitió todo su amor y su alegría en un beso, frente al ventanal de mi local.Todos mis compradores, mis amigas, todos riendo y aplaudiendo. ¡¡QUE VERGÜENZA!! Pero me daba la cara como para decir algo.

-yyy ¿ahora se supone que soy tu novia?-

-No... todavía no te pregunto-

-Salgo a las seis-

-Hasta las seis-

-Hasta luego-

Cerré la puerta sonriendo y ¡PAF! 

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2015 ⏰

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