Le pedí disculpas por haber tardado tanto, pero estaba atendiendo gente. Aceptamos nuestras disculpas y les pidió a las chicas permiso para que pudiera salir del local, fue muy incómodo
- yo soy la dueña del local- le dije con un poco de nerviosismo. Vi como se sonrojaba y miraba al suelo.
-¿Quieres salir a almorzar?- me miró con nervios. Y no dude un minuto;
- ya vuelvo-. Entré a la parte trasera del local, donde esta mi oficina. No es nada grande, está bien decorada pero solo la usamos para guardar cosas. Y si tengo un pedido que terminar como ordenes especiales para fiestas que no logro terminar, me quedo allí. Tomé la cartera y le dije a los chicos que me iba a almorzar.
- cualquier cosa me llaman-. Les dije mientras salía a encontrarme con Venicio. Me miró sorprendido.
- ¿qué pasa?-. Le digo inquieta. Se pone los lentes de sol.
-Nada ¿vamos?-. Levanta una ceja intimidantemente. Luego sonríe y pone su brazo de manera tal para que me aferre, como todo caballero jajajaja.
- gracias caballero-. Le digo de modo burlón tomando su brazo mientras nos dirigimos a la puerta. Nuestro local "TODO DULCE" ese es su nombre por cierto. Las cosas pasaron tan rápido que olvidé verlo completo, y cuando lo tuve frente a mí, parado en la entrada del restaurante, noté que traía puesto un traje; me dio ternura y le acomodé la corbata diciendo
–Disculpe usted señor empresario- y después solté una risa burlona. Me miró, se cruzó de brazos... - te gustaría conocer bien a este empresario hot?- me sonroje automáticamente recordando el texto que le mande a mi amiga. Miró mi cara de arrepentimiento y lanzó una carcajada.
Entramos, y caballerosamente me ofreció el asiento. Me senté y acariciando mis hombros se alejó y acomodó frente a mí. Una camarera se acercó y le hacía ojitos a MI chico (no sé de donde salió eso). La miré fijamente y sin disimulo con los brazos cruzados. Hice una respiración profunda y bastante ruidosa, y volviendo del transe, la muchacha volvió su atención a mi cara. Se sonrojó y me pidió disculpas. Le dije que íbamos a pensar que pedir y ella respondió que volvería en unos minutos.
Volvió a mirarlo y finalmente se alejó. Venicio sonrió dulcemente y cuando me miró, borró completamente su sonrisa de adolescente enamorado al ver mi cara de perro. La reemplazó por una cara asustada, y en sus ojos podía ver que sabía lo que mi cara significaba. Se cruzó de brazos y solo dijo una palabra...
-¿celos?- Mi cara enrojeció igualando el color rojo de las paredes del restaurante. Bajé la mirada y comencé a tartamudear y graciosamente Venicio me imitaba. La pareja de la mesa junto a nosotros comenzó a reír, eran unos ancianitos adorables que cuchicheaban y soltaban risitas como dos jóvenes enamorados; llamaron nuestra atención y me dijeron
– Tranquila querida, en sus ojos se nota que te ama- Nos sonrojamos y Venicio fijo sus ojos en mi. Lo miré con nerviosismo y comenzó a reír con la pareja vecina. Tocó el hombro del anciano y le dijo
– es nuestra primera cita- lo que me hizo pensar, ¿esto es una cita? la ancianita me miró diciendo
– nosotros supimos que lo nuestro duraría en la primera cita- y se rieron con complicidad. El ancianito pidió la cuenta y unos minutos más tarde ya no estaban.
La joven no volvió, volvió un chico muy guapo y quise hacer que Venicio se enoje y lo molesté bastante coqueteando al mozo. Me imitó haciendo el mismo sonido que yo hice cuando la chica vino a tomar el pedido. El joven ya había tomado el pedido y se fue un poco asustado; Volví la vista a Venicio y estaba con los brazos cruzados y me miraba fijo. Lo miré alzando una ceja y le pregunte
-¿celos? – y le mostré una media sonrisa. Respiró hondo y respondió
– Sí, mucho- alzo la misma ceja que yo y luego ambos nos reímos.
ESTÁS LEYENDO
dolorosa tentación
Novela JuvenilLa historia de Elisa, una jóven de 21 años que tiene un local familia que atiende con su hermano y carios amigos, ella cree que tiene todo bajo control hasta que Venicio le enseña que nunca se deja de conocer a las personas que nos rodean POR FAVOR...