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Cuando Takemichi llegó esa noche a la reunión sin su uniforme o el usual extravagante y feo peinado fue una sorpresa, pero lo que verdaderamente captó su atención fue su cara golpeada que causó una gran conmoción en toda la ToMan. Estaban dispuestos a hacer correr la sangre de quién se había atrevido a tocar a su héroe llorón. Incluso los miembros regulares de la pandilla pensaban de esa forma, ese chico había arriesgado su trasero por muchos de los miembros más importantes, volviéndose por consiguiente alguien importante también. Además, por regla general nadie tocaba a alguien de la pandilla y se quedaba impune, era una declaración de guerra.

Para desgracia del pobre rubio, el comandante de la pandilla no había dejado de enviarle miradas intensas durante toda la reunión hasta que la misma finalizó. Cuando solo quedaron los más allegados a él, Mikey pretendía interrogar al capitán de la primera división para dar con el gusano que lo había intimidado, sin embargo para su indignación Takemichi se había dado a la fuga en cuanto vio la oportunidad.

Como buenos pandilleros y amigos que eran, no tardaron en darle persecución al pobre chico que ya había comenzado a llorar debido a la presión.

— ¡Takemicchi, no huyas! —ordeno Draken alzando su voz para ser escuchado por sobre el sonido de los motores.

Para cualquier persona ajena a lo que ocurría, era un pobre chico siendo perseguido por una pandilla de maleantes que seguramente lo golpearían y robarían sus pertenencias y moto. Las señoras que veían eso cuchicheaban sobre lo corrupta que estaba la generación de ahora, que el señor se apiadara de ese pobre chico víctima del barrio.

— ¡Solo queremos saber quién te hizo eso, compañero!

De haber sido solo Chifuyu claro que se hubiese detenido, confiaba en su mejor amigo, compañero, sub comandante, casi hermano y futuro padrino de su boda. Pero viendo la expresión engañosamente pacífica del resto de la pandilla detenerse no era una opción, estaba seguro de que ocultaban sus malvadas intenciones.

— ¡Si les digo, me matará!

— ¡Así que te amenaza! —Mikey estaba cada vez más furioso. ¿Cómo se atrevía una vil alimaña a golpear a su amigo y amenazarlo? No dudó en acelerar su marcha sabiendo que Takemichi era tan puro que no era capaz de rebasar el límite de velocidad establecido por la ley a menos que fuese una situación de vida o muerte.

— ¡Takemichi, no tienes que temer! —esta vez intervino Mitsuya, quién parecía ser el único que no tenía una expresión aterradora —. No estamos enojados contigo —todos esperaban que el chico mordiese el anzuelo por el aura maternal que emitía el capitán de la segunda división —. Solo queremos defender a alguien de los nuestros.

— ¡No quiero que le hagan daño!

El comandante quién iba al frente de todos y casi le daba alcance frunció su entrecejo. No solo lo golpeaba y amenazaba, sino que además recibía la bondad de su héroe llorón, Takemichi era tan bueno que lo defendía. Mikey iba a enterrar al desgraciado.

Como Takemichi es muy puro y no suele pensar demasiado en sus momentos de pánico, terminó conduciendo hacia su hogar en donde se detuvo unos instantes antes de que su cerebro se reconectarse nuevamente. Cuando estaba dispuesto a ponerse en marcha terminó siendo rodeado por sus amigos de la ToMan, no había escapatoria ahora.

— Takemitchy dinos quién fue —exigió Chifuyu apagando su motocicleta.

El rubio tembló en su lugar y abrió su boca, sin embargo un pegajoso rington rompió la burbuja que formaba un tenso ambiente. Takemichi se disculpó apenado por esto y sacó su celular comprobando quien era antes de atender bajo la mirada incrédula de sus amigos.

— ¿Te despertó el ruido? —pregunto en cuanto llevo el aparato a su oreja con una mirada culpable mientras dejaba su casco en el manubrio de la motocicleta —. Sí, he sido yo —admitió avergonzado.

Pareció como si la otra persona le hubiese dicho algo más, y una expresión de nerviosismo se apreciaba en el rostro del rubio que cada vez estaba más pálido, parecía ser que esa no era su noche. Debió seguir los consejos de su horóscopo y quedarse en casa ese día como sugerían.

— Eso fue —balbuceo desviando su mirada del rostro de sus amigos porque comenzaba a ser incómodo —. Los chicos me siguieron hasta aquí.

Esas palabras despertó la curiosidad en todos, a quienes les extrañaba que de pronto los mencionase a quien se que le estuviese hablando. Takemichi mordió nervioso su labio inferior y movió frenéticamente su mano a modo de negación pese a que no podía ser visto por la persona al otro lado de la línea. Los chicos lo encontraban divertido.

— La reunión de hoy era importante —hizo un puchero, olvidando que era observando por sus amigos de la pandilla.

— Takemitchy es divertido —Chifuyu jamás se aburría con su compañero. Los demás estuvieron de acuerdo con ese comentario, desde que el rubio había llegado todo había cambiado para mejor en la pandilla.

— No quiero dejar la ToMan —hizo una mueca de verdadera pena, como si sufriese. Las sonrisas que hasta el momento habían tenido se borraron, indignación y molestia pura invadió a los chicos que hasta el momento se habían mantenido en silencio, parecía ser que Takemichi estaba hablando con el responsable de sus heridas y este le estaba ordenando dejar la pandilla. Oh, cuando lo encontrarán lo harían sufrir de la peor forma —. Te prometo que no regresaré lastimado de nuevo —el rubio parecía a un punto de llorar.

Inesperadamente pudieron ver como la luz de la habitación del chico se encendía, lo cual era extraño porque se supone que Takemichi vivía solo.

— ¡No es necesario que bajes, voy enseguida! —grito asustado.

Entonces Mikey al igual que el resto lo entendió. El bastardo aprovechado tenía el descaro de quedarse en casa de Takemichi y quién sabe qué clase de cosas era capaz de hacerle al pobre, débil e inocente rubio. Mikey se preparaba para cometer un crimen de odio.

— Tú, baja aquí y dime cómo quieres morir —ordeno con una expresión obscura de esas que solo mostraba cuando estaba realmente furioso. Takemichi estaba reiniciando sistema preguntándose en qué momento dejo de tener su móvil en la mano, Mikey no le dio tiempo a reaccionar y se lo arrebato —. Resolveremos esto ahora.

Sin más colgó la llamada ante la mirada de pánico de su héroe llorón, quizás ahora no lo entendería pero luego se lo agradecería, probablemente. Takemichi realmente quería echarse a llorar, había estado tratando de evitar ese encuentro durante días y ahora finalmente estaba sucediendo. Cuando escucho la puerta de su hogar comenzó a rezarle al de arriba para que las cosas no se saliesen de control.

Lo cierto es que todos se preparaban para lo que venía que seguramente sería una épica pelea de su comandante, pero no estaban preparados para eso. Esperaban ver muchas cosas, pero jamás una copia exacta de Takemichi pero con el alborotado pelo negro y aquellos brillantes ojos azules que les miraban con enfado, como si en cualquier momento se fuese a arrojar sobre ellos para molerlos a golpes.

— Entonces —pronuncio rompiendo el silencio, las manos en su cadera —. ¿Tú eres el idiota que metió a mi hermanito en una pandilla?

Bi panic |Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora