El cantar de un nereida

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Hola, hola feliz viernes y buen inicio de diciembre turururuuu *inserte musiquita de focos navideños*

Como siempre la versión beta, después edito muletillas o escapadas en incoherencias.

Enjoy!

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 Izuku estaba con un aire parcialmente emocionado de escuchar aquello, a pesar de considerarse alguien tímido la mención en Katsuki le hizo brotar una felicidad. Se sumergió unos centímetros en el agua quedando a nivel de la barbilla con una faceta pensativa.

—Uhm... no estoy seguro, ¿qué debería? —Susurró en duda. Katsuki elevó sus hombros tedioso.

—¿Y yo que voy a saber? Lo que quieras... —mencionó un tanto molesto por notar la repentina inseguridad que desglosó el otro. —¿Qué es lo que suelen recitar?

El tritón se llevó una mano removiendo un par de mechones húmedos de su frente hacia un lado procurando encontrar una respuesta adecuada.

—Bueno... hay para las ceremonias, los festivales de las migraciones en los cetáceos, la pigmentación del corales, también podría ser... —Katsuki rodó sus ojos al notar como el nereida estaba hablando sin parar enlistando tantas cosas, por lo que apoyó sus manos en el suelo de madera para descansar su peso.

—¡Solo decide una! —Exclamó al haber culminado su paciencia y la incomodidad crepitante de escuchar al otro balbucear mientras sujetaba su labio inferior.

—Ah, lo siento, ya voy... —respingó levantando sus brazos contra su pecho de manera tímida, pero aquella noción menguó con su reacción decaída como si hubiera recordado más allá; algo que Bakugou notó.

Había más de un detalle que Izuku no mencionó todavía, uno de ellos es que todas esas melodías que aprendió entre múltiples ceremonias se encontraban en una lengua arcana que unicamente entenderían los nereida y con ella se emitía algo de la pureza del océano que ellos poseían. El otro detalle se trataba de que no le correspondía nada de eso ahora... después de haber sido exiliado.

La idea de recitar esas melodías inicialmente le emocionó, sin embargo el rememorar todo lo que había sucedido con los otros de su especie le tenía una marca terrible de no merecer nada de eso. Nadie le aclaró ello, pero el lo consideraba impropio.

Ya no sabía con que justificarse a Katsuki, luego de haber accedido tan fácil no podía solo negarse, probablemente se molestaría. Izuku estaba ensombrecido en sus pensamientos buscando una alternativa que no percibió el acercamiento de una de las manos de Katsuki tanteando su rostro con un par de palmadas leves para hacerle reaccionar.

—Hey, ¿qué ocurre? —Llamó con esa voz ronca pero con el toque apacible que últimamente había adquirido hacia él.

Los esmeraldas de Izuku levantaron poniendo su atención de nuevo en el rubio, sintiendo el calor de su mano sosteniendo su mejilla izquierda.

—Kacchan, uhm... ¿estará bien si solo tarareo? —mencionó en busca de aprobación llevando su mano a sostener la otra. El rubio observó circunspecto por la petición asumiendo que había algo más allá que le hizo cambiar de opinión, más no iba a presionarlo.

—Ya te dije, lo que quieras —su respuesta fue franca, después de todo aquello fue iniciado por el mero hecho de que quería hacerlo sentir mejor. Las indicaciones que Kyoka otorgó no eran muchas, pero con ello podía evitar ese malestar en culpa y remordimiento que se enviaban uno al otro, quería buscar una coexistencia entre ambos sin tener que culminar en la última alternativa de morir, ya fuese Izuku o él.

El peliverde asintió todavía sujetando su mano mientras la tomaba como apoyo al ladear su cabeza contra de sí.

Era la primera vez que podía cantar en la superficie siendo escuchado por un humano, le hacía reconfortar en felicidad sobretodo que se tratara de Bakugou. Cerró sus ojos risueño con un pulcro silencio entre ellos, quería que fuera especial, tal vez el hecho de que estuviera restringida todas las canciones que conocía era bueno, una oportunidad en poder crear una canción única desde su propia alma.

El tirano de los mares [BkDk +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora