Asalto en la tormenta

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Las desoladas áreas en común del entorno conocido como beneficencia era presente a causa de las altas horas de la noche. Una que otra lámpara de aceite iluminaba caminos para no estar en completa oscuridad, el único ruido que se escuchaba era la sollozante lluvia de fuera, que, a pesar de no ser tan rebelde como en gran parte del día estaba presente, recordando las condiciones que abarcaba la zona de Goldenheart.

Uno de los apostoles con vestimenta informal merodeaba el área con una vela de mano y en la otra unos papeles de lo que parecía un inventario de bienes, alimentos, entre otras cosas que consistían en prioridades de mantenimiento de esa casa hogar y su iglesia. Su atención en la lectura del papel al frente culminó tras escuchar unos pasos que acercaban desde el otro lado, con un rostro pretencioso a causa de que regañaría algún rebelde que no respetó el toque de queda de la noche cambió repentinamente al reconocer a alguien importante.

—Sacerdote, ¿qué hace aquí tan tarde? —Cuestionó alzando unos grados su mano para iluminar el entorno y enfocar al chico de notorias ojeras.

—A estas horas es cuando tengo oportunidad de preparar las audiencias, soy alguien muy ocupado —respondió en brevedad con un volumen monótono.

Por su apariencia tan formal, adjunto de esa mirada estoica no hizo dudar al apostol, podía determinar que esa era la causa de que Hitoshi siempre luciera tan insípido con ese rostro cansado en sus presentaciones.

—Por cierto, escuché que Chisaki volvió, ¿es cierto?

—Sí, es verdad, pero volverá a marcharse por una reunión.

—Entonces, ¿no le reportaron el incidente de la mañana en la hoguera?

Preguntó Shinso dibujando una nítida sonrisa ante la reacción nerviosa del otro que incluso la flama en la vela de su mano titubeo ante el ligero temblor.

—Claro que lo supo, pero hubo otro tema que disminuyó el disgusto.

—Ah, ¿sí? ¿Qué cosa?

—No tengo el rango para comunicar algo así.

Los ojos del pelimorado rodaron resignado.

—En fin, voy a salir un momento por unos documentos en mi hogar.

—¿Está bien con la lluvia? Podría estropearlos.

—Para nada, no desconfíes de mi pulcritud, por algo tengo este rango.

Afirmando su buen estatus con la zona el apostol solo dio una ligera reverencia como despido, Hitoshi avanzó tomando una de las sombrillas de tela gruesa que había en el recibidor y al salir lo abrió evitando la lluvia con total elegancia tan natural de él.

Todo ese teatro bien formulado era algo que llevaba construyendo tiempo atrás, cosechar esa confianza fue complicado pero lo logró. Ahora lo que realmente pretendía era ir hacia el astillero que Izuku dio como ubicación actual del dichoso cazador de recompensas para contarle la situación y plan.

...

En ese mismo momento, desde una de las piezas más recónditas de esa mansión turbulenta residía Izuku, Tohru y Eri pacientes por noticias del sacerdote que hace minutos partió. La sirena se encontraba en una cisterna mucho más pequeña para transportar, por supuesto incómoda por su deliberada limitación en moverse, pero era eso o perder un fragmento tan esencial en su raza que era su cola y vista a la alma verdadera de otros.

El chico estaba sentado en el suelo al lado de la pecera con la infante acompañándole a su costado, sus ojos esmeraldas divagaban en esa tenue oscuridad bastante pensativo pero presente que debía tener paciencia a lo importante que eventualmente vendría esa madrugada.

El tirano de los mares [BkDk +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora