El tejedor de las mareas

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La marea mecía a las costas de forma inquietante a causa de la tormenta que estaba apaciguando. Katsuki se conservó en ese lugar abrazando a Izuku con fuerza procurando disminuir esa aflicción que estaba sufriendo. No estaba orgulloso de haber burlado así a la muerte, pero tampoco dejaría pasar un resignado gesto de agradecimiento al océano, por lo que cerró sus ojos asintiendo la cabeza mientras acomodaba en la curvatura del cuello en el nereida.

—Izuku... —musitó Katsuki procurando llamar su atención y hacerlo espabilar.

—Sí, yo tampoco debo quedarme sin hacer nada —gimoteó arrastrando su mano por el rostro para limpiar cualquier rastro de lágrimas.

—No, está bien llorar si así lo deseas —respingó interceptando a sujetarlo desde los brazos con suaves caricias. —No te contengas.

Bakugo entendía bien porque no quería ser tan abierto a ello, temía someterlo a la fuerte sensación melancólica del vínculo, no obstante, desde el momento en que recibió un segundo vínculo tan cargante como fue el de Shindou pudo moldearse para mantener estable con el de Izuku. Ya no le era complicado recibir todas esas cargas entristecidas.

—Midoriya... —llamó una voz grave a espaldas del mencionado haciendo que éste girara de reojo. Era Tokoyami. —Él realmente lo hizo, se burló de todos.

Exclamó dando referencia a las mentiras que Shindou construyó donde supuestamente había terminado su trabajo con aquellos nereidas impuros que salieron del mar. Ver a Izuku ahí con un humano y su vínculo vigente le hizo comprender los engaños.

—Debo imaginar que Yaoyorozu también... —exclamó pensativo, pero todo fue corroborado con Izuku asintiendo.

—Ahora es una oceánide vinculada a una humana —anexó recargándose al torso de Katsuki con cierto cansancio, también quería escuchar su corazón latir, estaba ahí vivo, pero deseaba corroborar una y otra vez erradicando que fuera una fantasía agridulce lo que enfrentaba.

—También, ellos... —mencionó Asui mostrando al niño inconsciente en brazos. —Shindou-chan nos entregó antes de bajar del barco, los encargó, pero... ¿cómo los despertamos?

Los iris granates de Bakugo temblaron con algo de sorpresa, todo lo que sucedió en el navío fue tan rápido que no había tenido oportunidad de corroborar algunas cosas, ya sea si seguían vivos los malditos piratas o si esos infantes no se habían ahogado.

—Déjalos aquí —bramó inmediatamente extendiendo un brazo. —Yo me haré cargo del resto.

Tsuyu le observó en silencio con esa indiferente reacción en sus grandes ojos, un par de segundos después giró hacía Izuku.

—Midoriya-chan, ¿en serio has estado viviendo tanto sin tu visión al exterior? Con tantos humanos como fueron esos sujetos —señaló el barco. —¿Cómo has soportado tanto?

El peliverde permaneció estático, aunque pronto giró sobre su eje tomando una mano de Katsuki a rodearle la delgada cintura.

—No la necesito, Katsuki lo es todo para mí, también tú.. el vínculo te hace sentir segura, ¿no es así? —sonrió con timidez.

Tsuyu cambió su estoico rostro con algo de sorpresa, rápidamente giró de reojo a Fumikage y retomó a Izuku.

—Sí, tienes razón —complementó con un ligero rubor en su rostro.

Los niños fueron dejados en la costa siendo inspeccionados por Katsuki asegurando que estuvieran bien, únicamente con algunos moretones y esa significativa marca en sus manos.

—Ahora solo está el detalle de qué va pasar sin un tejedor de las mareas, aún falta bastante para que vuelva a nacer alguien... —recordó Fumikage que apenas habían pasado dos décadas de las diez donde solían aparecer.

El tirano de los mares [BkDk +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora