6 |Segundas oportunidades|

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Alexander 

Ya habían pasado dos semanas desde que descubrí que el culpable por la muerte de Amara era el hermano.

Al parecer él siempre sintió celos hacía ella, en la declaración dijo que su hermana siempre había sido el centro de atención, que la alababan en todo lo que hacia, que la consentían más de lo normal y que a él no lo tomaban en cuenta.

Solo quería atención por parte de sus padres, ya que había crecido en la sombra de su hermana.

Y sí, consigo su atención pero no de la mejor manera. Ahora Jackson estaba en la cárcel.

Hoy me había levantado un poco tarde ya que Oreo no me había despertado como siempre lo hacia.

El muy cabrón estaba dormido en mi pecho, veía sus ojos cerrados y su pequeño cuerpo subiendo y bajando a un ritmo lento.

Se veía tierno en esa posición, pero él siempre se encargaba de despertarme, era una maña que había agarrado desde que lo rescate de la carretera mientras llovía.

Recuerdo que iba de regreso del trabajo, era de noche y la lluvia no cesaba, pero mientras conducía vi de lejos a un pequeño animal que trataba de refugiarse en una caja de cartón que estaba mojada y a escasos centímetros de la carretera.

En donde fácilmente algún carro podría pasar y atropellarlo, sentí como mi pecho se comprimía y decidí parar el coche e ir por el animal.

Lo lleve a casa, lo limpie, le di mantas y al siguiente día lo lleve al veterinario.

Desde ese día Oreo jamás se separo de mí, y siempre se despertaba a las seis o incluso antes para que le diera de comer.

Eso si, me gastaba casi cien dólares a la semana por sus estúpidos sobres de comida.

- Quítate Oreo.- lo pase al otro extremo de la cama.

Me apresure a vestirme y me fui al trabajo, no sin antes dejarle su plato listo.

Iba escuchando música y también concentrado en llegar a tiempo y no recibir una sanción por parte del jefe.

Por suerte, al llegar no me molestaron ni me dijeron nada. Me concentre en ordenar los casos y en leerlos también.

Estaba sentado en mi escritorio hasta que escuche mi nombre desde lejos.

- ¡Alexander!- grito el jefe desde la puerta de su oficina.- A mi despacho.

Me levante rápidamente y fui tras él, al llegar detalle el lugar.
No era tan espacioso, un sillón viejo a mi derecha con algunos cuadros en la pared, frente a este había un enorme ventanal que daba hacía la ciudad y también un escritorio con cosas.

- Toma asiento.- cerro la puerta. 

- ¿Pasa algo jefe?- lo mire, su cabello canoso era lo que llamaba mi atención, al igual que sus ojos cansados y con ojeras.

- No.- se sentó en la silla, así que decidí imitarlo.- Solo quería hablar contigo de un asunto.

- ¿Y qué es?- lo miraba con el ceño fruncido.

- Uno de los mejores departamentos de policías en Connecticut solicito alguien de confianza para poder trabajar en un caso.- explico lento.- Quieren una transferencia de personal, un detective para ser exactos.

- Y quiere que vaya.- afirme.

- Así es, les dije que eres el mejor en tu trabajo, hable muy bien de ti; y ellos te escogieron.

- Pero aquí estoy bien señor, me gusta mi empleo en Washington.

- Lo sé muchacho, pero créeme cuando te digo que es una oportunidad increíble que uno de los mejores departamentos de esa ciudad te ofrezca un puesto. Además, te aumentaran el sueldo.

Bajo las estrellas       Donde viven las historias. Descúbrelo ahora