11 |Asuntos del pasado|

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Blake

- ¿Qué se te antoja?- dice Alexander mientras caminamos con un carrito.

- Mmm.- lo pienso un momento.- Hace poco vi una receta, no la hice porque la verdad no tenia tiempo y mucho menos los ingredientes.

- ¿Cuál era?- sus ojos azulados intensos caen sobre mí.

Hace mucho que no siento ese cosquilleo en el estómago.

- Tarta de tocino.

- ¿Tienes los ingredientes a la mano?

- Sí, deja buscarlo.- me aparto del carro para buscar en mi celular lo que se necesita para preparar la tarta.

Cuando suelto el carrito él lo toma y juntos caminamos por los pasillos.

- Aquí están.- le paso mi celular.

- Harina, leche en polvo, mantequilla, sal, tocino, cebolla y jamón. Bien, no está tan difícil.

- ¿Sabes cocinar?- abro un poco los ojos.

- Sí, cuando me mude tuve que aprender a hacerlo y todo lo demás.- me muestra una sonrisa de lado.

- Eso es algo nuevo de ti.

- Que no te sorprenda chimuelo.

Ese seudónimo, ese maldito seudónimo que tanto me había costado olvidar para que llegue Alexander y lo diga como si nada, que remueva las partes de mi corazón a su antojo.

- No me digas así.

- Bien, lo siento.- veo como sus manos aprietan fuertemente el carro.

- Vamos a buscar los ingredientes.

- Sí.

Después de estar casi una hora en el supermercado, finalmente nos vamos a casa.
Finalmente llegamos a ella, nos bajamos y le ayudo con las compras que hemos hecho.

Y de un momento a otro ya nos encontramos en la cocina preparando la comida.

- Mezcla la harina y los huevos, creo que también se le agregan los demás ingredientes.

- Bien.- hago lo que me pide.

- Que bonita casa, no te lo había dicho.- me ve fugazmente antes de regresar su vista a su tarea.

- Gracias. ¿Tú dónde estás viviendo?

- A unas cuantos minutos de aquí.

- Oh.- es lo único que digo.

Preparamos la cena en silencio, una vez que esta lista nos sentamos en la mesa y comenzamos a comer la deliciosa tarta.

- Huele bien.- suelto mientras sirvo agua.

- Lo sé.

Tomo siento y me sirvo un poco de lo que hemos creado.

- Tengo una duda.

- ¿Cuál?- pasa su bocado.

- ¿Cómo están Ryan y Jasper?

- Esos dos.- sonríe de lado.- Están bien.

- ¿Solo bien? ¿No me darás detalles ni nada de eso?- mi voz sale triste.

- ¿Qué quieres saber de ellos?- sus codos están sobre la mesa, sus manos entrelazadas y sus ojos están puestos sobre mí intensamente.

- Todo.

- Mmm.- toca su barbilla mientras frunce el ceño.- Jasper logró ser abogado y sí esta en Nueva York, el bastardo lo hizo.- se ríe un poco.

Su risa manda una ráfaga de emociones en mi interior, hace bastante tiempo que no escuchaba esa risa que tanto me gustaba.

- Ryan... él también logró lo que quería, sigue soltero, como siempre.- pone los ojos en blanco.

- ¿No tiene a nadie?- abro los ojos con sorpresa.

- No, sale y se divierte, pero no quiere estar con nadie, aún, o bueno, eso fue lo que él me dijo.

- ¿Y abrió esa librería que tanto deseaba?

- Oh sí, se llama Library Barnes.

- ¡Eso es genial!- me rio.

- Lo sé, al parecer es feliz con su librería.- su sonrisa se engancha.

Nos reímos como si fuéramos amigos de toda la vida, hasta que poco a poco nuestro sonido se va haciendo cada vez más bajo hasta desaparecer.

- Te extrañaba Blake.- dice con su voz ronca.

- Alexander...

- Extrañaba reírme así, ser yo a tu lado, estar siempre contigo como lo estaba en preparatoria.

- Pudimos haber tenido algo si no fuera porque me mentiste.

- Blake.- lo corto.

- Yo no destruí nuestra relación Alexander, fuiste tú.- mi voz sale como un hilo.

- Y estoy de vuelta, aquí estoy, frente a ti, esperando a que me perdones.

- No es tan fácil.- aparto la vista de él para que no vea que mis ojos arden.

- Lo sé, pero el tiempo que sea necesario te esperare hasta que estes lista. Ya aguarde por ti seis años. ¿Qué serán unos meses más?- suelto pequeña una risa.

Nos quedamos callados, pero el silencio esta vez no es denso ni incómodo, sino... agradable.

- En San Valentín tengo planeado que los niños hagan cartas para las personas que les gusten.- digo después de una larga pausa.

- ¿Ah sí?

- Sí, las cartas serán anónimas.

- ¿Y qué pondrán en ellas?- dice mientras toma agua.

- Lo que sea que ellos quieran decirle a la otra persona, sus sentimientos y todo eso.

- Suena bien.- sonríe de lado.

- Sí, me encargare de repartirlas en la tarde.

- ¿A qué hora entras a trabajar?

- A las siete.

- ¿Y a qué hora podrán entregar las cartas?

- A la hora que sea, ya que en la puerta de mi salón pondré un letrero que diga "Correo del amor"

- ¿Correo del amor?- alza una ceja mientras suelta una risa burlona.

- No te rías, es un buen nombre.- sonrío.

- Es un nombre patético.

- No lo es.

- Sí.

- No.

- Sí.

- ¡Ya!- se ríe más fuerte.- El caso es que ahí podrán poner sus cartas, dejaré una canasta sobre mi escritorio.

- Espero que todo salga bien.

- Gracias.

Después de una larga charla, finalmente llega el momento de que Alexander se vaya a su casa.

No sé en que momento el sol se comenzó a ocultar, al parecer nos quedamos hablando por más de dos horas sobre los asuntos del pasado y de los futuros.

- Nos vemos después Blake.- dice mientras mete su manos en las bolsas de su pantalón.

- Nos vemos después Alexander.

Bajo las estrellas       Donde viven las historias. Descúbrelo ahora