21 |Boston| (Primera parte)

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Blake

El famoso día llegó más rápido de lo que esperaba, la verdad no sabía si Alexander iba a venir por mí como lo habíamos acordado hacía dos semanas, así que ya tenía un plan, irme por mi cuenta.

Sí, un poco arriesgado ya que desde Connecticut a Boston son dos horas de camino, y la verdad estaba tan nerviosa por verlo que por la noche no pude dormir bien.

Así que lo más probable era que podría sufrir un accidente.

Era viernes, y afortunadamente ese día no trabajaba ya que a los alumnos les habían dado el día libre, y nuestra tarea sería solo revisar trabajos, hacer planeaciones y cosas así.

Afortunadamente ya había hecho todo desde el día anterior.

Estaba arreglándome para irme, opte por un vestido de negro de flores rosas y un escote un poco revelador, se veía lindo, lo combinaría con unos tacones medio altos rosas.

Estaba por ir en busca de esos zapatos, pero en ese momento tocaron el timbre.

Bajo las escaleras y me apresuro a abrir, una vez que lo hago puedo verlo, después de dos semanas se aparece en mi puerta con su camisa negra ajustada remangada arriba de las muñecas, un pantalón formal y su cabello desarreglado como siempre lo traía en la preparatoria.

Sus ojos azulados intensos caen sobre mí, repasan cada parte de mi cuerpo hasta que los deposita en mis pies.

- ¿Así te vas a ir?

- ¿Qué?- contesto un poco atontada.

- Con esas pantuflas de conejo.- las señala.

- Ah.- me recupero.- No, estaba buscando zapatos antes de que vinieras.

- Bueno.- su vista regresa a la mía.

- ¿Qué haces aquí?

- ¿No es obvio? Vine a recogerte.

- ¿Por qué? Creí que estabas enojado por...- me corto a mi misma.

- No.- aparta sus ojos de los míos.

- Bueno.- sé que miente.

- ¿Nos vamos?

- Claro, ¿Llevaremos a Oreo?

- No, déjalo, sólo estaremos unas horas allá.

- Bien.

Me aparto para que pueda entrar, sin embargo, no lo hace.

- ¿No vas a pasar?

- No, te espero en el auto.

Y sin siquiera dejarme responder se va.

¿Por qué actúa de una manera tan rara?

Dejo esos pensamientos atrás y me concentro en regresar a mi habitación e ir a ponerme los zapatos.

Una vez que los tengo, bajo con La Bolsa de regalo, salgo de la casa y cierro bien, claro, no sin antes decirle adiós a Oreo.

Me apresuro a llegar hasta el auto de Alexander, una vez que entro, su aroma me inunda las fosas nasales, huele a colonia de hombre, pero de esas caras que te cuestan un riñón entero.

- Listo.

- Bien.

Arranca el carro y juntos nos ponemos en marcha a Boston, bueno, serán dos horas bastantes largas considerando que él no tiene el más mínimo interés en entablar una conversación.

¿Por qué es así conmigo?

¿Estará enojado por lo que le dije hace dos semanas?

¿No ha pasado ya mucho tiempo?

¿Me odia?

- Deja de pensar tanto.- dice, sacándome de mis pensamientos.

- No estaba pensando mucho.

- Claro.

- ¿Por qué dices eso?- lo miro.

- Cada vez que sobre piensas las cosas arrugas tu nariz y frunces el ceño.

Su confesión me asombra, ni yo sabía que hacia eso.

- Bueno.-es lo único que digo.

- ¿En qué pensabas Blake?- me mira por unos segundos. 

- En nada.

- Claro.

- ¿Puedo poner música?- es lo primero que se me ocurre para cambiar de tema.

- Sí, déjame conectarte.- observo como teclea algunas cosas en la radio que hay ahí.- Listo.

- Gracias.

Pongo la primera, pero no me gusta, busco otra pero igualmente no me agrada, otra, otra y otra hasta que nuevamente habla.

- ¿Vas a poner una ya?- me mira.

- Sí, está.- coloco la primera que tocan mis dedos en la pantalla.

La canción comienza con los acordes de una guitarra, y después de unos segundos comienza a cantar una mujer de voz dulce pero firme.

"If a could say what I want to say , I'd say I want to blow you say..."

Bueno, tengo muchas que quiero que él sepa.

"Be with you every night, Am I squeezing yo too tight?"

Bueno, creo que me identifico un poco con la canción, pero sólo un poco.

- No sabía que te gustaba Avril Lavigne.- habla.

- La tengo por Bianca, cada vez que salimos soy yo la que conduce y dice que debo de tener música buena, así que ella agrega las canciones que le gustan.- lo miro.

- ¿Bianca?- frunce el ceño.

- Mi amiga del trabajo.

- Ya veo.- regresa su vista a la carretera.- Me gusta esa canción.- dice mientras sonríe de lado.

- A mí también.- imito su acción.

Y así de fácil desaparece la incomodidad que había estado sintiendo durante los treinta minutos que íbamos en carretera.

Alexander tiene ese poder sobre mí, el que deje de pensar en las cosas que me preocupan y me concentre en el ahora y me deje llevar, hace que quiera hacer todo estando a su lado; y me gusta...

Bajo las estrellas       Donde viven las historias. Descúbrelo ahora