Alexander
- ¿Qué crees que sea, niño o niña?- dice el hombre frente a mí.
- No lo sé, espero que sea niño porque ya tengo a una chica de dieciocho años que esta matándome.- nos reímos.
- Pronto los diecinueve hombre.- suspiro.
- Lo sé, que miedo.
- ¿En qué mes esta Blake?
- No sé, ¿quinto?- tomo un sorbo de mi bebida.- Sólo sé que tiene antojos raros.
- ¿Ah sí?- se ríe.
- Sí, ayer me pidió lechuga con cajeta.
- Dios.- se ríe.
- Lo sé.
- Papá, mamá te habla.- dice Vanya bajando por las escaleras de madera.
- Voy.
- Suerte.- dice Dante.
- Gracias.- sonrío.
Hace una semana que estamos en Virginia por Kara, el hombre Dante será su esposo en una semana y por eso Blake quiso estar aquí días antes de su boda, dijo que era para ayudarla y eso.
Kara y Dante se conocieron en Canadá, él fue unos días a su hospital para enseñar a los nuevos internos técnicas y todo eso que hacen los cirujanos.
Se enamoraron, y se mudaron a Virginia para estar más cerca de nosotros.
Aunque esa decisión fue estúpida porque estamos a ocho horas en auto y a tres en avión.
Pero el caso es que todos están felices.
- ¿Sí?
- Ay.- suspira.
Todas están acotadas en la cama, Blake tiene una panza enorme, la verdad siento que explotara en cualquier momento.
- ¿Crees que puedas ir al supermercado por cajeta y galletas oreo?- me mira con sus ojos de cordero.
- ¿Ya no tienes?- abro los ojos.
- No.- hace un puchero.- Por favor.
- Bien.- suspiro.- ¿Ustedes quieren algo?
- No gracias.- contestan.
- De acuerdo, ahora vuelvo.
- Gracias, te amo.- le doy un beso en su sien.
- Yo más.
Salgo de la habitación y bajo para amar mi chaqueta e irme.
- ¿A dónde vas?- pregunta Dante sentado en el sofá frente al televisor.
- Por provisiones para mamá oso.
- De acuerdo.- se ríe.- ¿Quieres que te acompañe?
- No, será rápido.
- Vale.
Salgo de la casa, subo a la camioneta negra que ahora tengo porque cada vez somos más personas.
¿En qué momento pase de tener un Ferrari a una camioneta Ford?
No sé.
Pero a pesar de eso, estoy feliz de todo lo que me ha dado Blake.
Conduzco hasta que finalmente llegó al lugar, entro y camino hacia el sitio en dónde están las cosas que pidió mi esposa.
Tengo las galletas y sólo me hace falta la cajeta, camino hasta que la veo, es la última, por lo menos no hay un idiota que...
- Disculpa.- dice un hombre alto, cabello rubio, ojos azules y con barba de hace unos días.
- Es mía.
- ¿Disculpe?- alza una ceja.- Yo la vi primero.
- Yo la tome primero.
- Pero la necesito.
- Yo la necesito más.- la jalo hacía mí.
- Usted no la necesita.- la jala hacía él.
- Sí.- hago lo mismo.
- No.
- Que sí.
- Usted no tiene una esposa que lo espera en casa con eso.
- Sí, pero la mía esta embaraza y si no llevo eso me matara.- lo fulmino con la mirada.
- La mía igual.- se excusa.
- No es verdad.
- ¡Que sí!
- ¡Que no!
- ¿Papi?- dice una niña de cabello castaño y cuerpo delegado.
- Mira, tengo una hija, se piadoso.
- Quisieras, yo también tengo una hija.
- Pero.- la corto.
- No sé porqué estoy discutiendo con un tarado.- suspiro.
- Un qué.- lo vuelvo a cortar.
- Si no la sueltas te arrastrare.- saco mi placa.- Por agredir a un detective.
- Abusas de tu poder.- sonríe con burla.- Pero está bien.
- Sabía decisión.
- Imbécil.
- ¿Qué dijiste?- lo miro mal.
- Nada nada, que ya se me hace tarde para rime, ¿verdad mi amor?- ve a la niña.- Sí, mejor nos vamos.
El hombre se aleja.
Que tipo tan más raro, espero no volver a verlo.
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Bajo las estrellas
Teen FictionUn pasado, una historia, un amor que resultó ser doloroso pero duradero. Después de seis años de estar separados, por fin se reencuentran, por fin sus corazones vuelven a estar completos. ¿Pero ella podrá aceptarlo de nuevo en su vida?