Alexander
- ¿Estas segura de que es buena idea contratar a una niñera?- pregunto mientras tomo a Natheniel entre mis brazos.
- Sí, los dos estamos ocupados y Vanya no puede porque estudia.- contesta mientras camina a la cocina.
- Pero no me agrada la idea de que una desconocida tenga a mi hijo.
- Estará bien, ya hable con ella.
- ¿Y cómo es? ¿Te fijaste si tenía antecedentes penales?- se ríe.
- No Alexander, deja de ser tan dramático.- me mira desde el fregadero.- Es buena chica, me dijo que quiere trabajar para pagarle al esposo de su madre porque él le compro unos anillos carísimos.
- ¿Sólo eso? ¿Qué tal si te dijo aquello porque quiere robarse a nuestro hijo?- se acerca a mí.
- Alexander, es una buena persona, te agradara, habla demasiado.- me da un beso rápido en los labios.- Quién diría que serías más sobre protector que yo.
- Pues es mi hijo.- frunzo el ceño.
- Y yo tu esposa.
- Así es, y que privilegio tienes de ser mi esposa ¿verdad?- pone los ojos en blanco.
- Sí ajá.- se aleja a la sala y yo la sigo.
- Bueno, pero si no me agrada buscamos otra ¿de acuerdo?
- Bien, tengo que irme, mi clase comienza en unas horas.
- Bueno.
- Te amo.- se acerca a mí.
- Y yo a ti.
- No te hablaba a ti.- se ríe.- Sino a mi pequeño hombrecito.
- Que traición, esto lo pagaras en la noche.- la tomo de la cintura y la pego a mi cuerpo.- Te haré gemir mi nombre hasta que te canses.
- ¿Ah sí?- alza una ceja mientras sonríe con picardía.
- Sí.- gruño.
- Pues hasta no ver no creer.- se separa de mí.- Me voy, suerte en tu trabajo.
- Suerte en el tuyo.
Mi mujer sale y yo me quedo con el mocoso en mis brazos.
- Tu madre es muy confiada, ¿verdad?- sus ojos azulados están fijos en los míos.
El pequeño apenas tiene dos años, y es un tragón de primera, siempre debemos de ir a comprar más provisiones para el niño.
Apenas hace una semana nos mudamos a Colorado, dijo que era para que viera dónde había nacido y crecido, además de que Vanya ya había entrado a la universidad de aquí y tuvimos que dejarla ir.
Fue un poco doloroso, aunque la chica ya tenía veintiún años y estaba estudiado la carrera de psicología, para Blake fue como dejar a su pequeña.
Antes ella, el mocoso y yo íbamos a visitarla, pero era un poco pesado ya que pagábamos un hotel y nos íbamos a la mañana siguiente.
Fue por eso que Blake propuso vivir aquí, por ella y por que quería recordar su infancia y todo eso.
Acepte porque me prometio sexo, no me gustaba mucho ir mudándome de estado en estado.
Las cosas iban bien, Vanya estaba feliz de que estuviéramos con ella aquí, Blake estaba contenta de revivir su niñez y a mí me complacía con sexo.
Dejo atrás los pensamientos lujuriosos una vez que escucho el timbre.
Me apresuro a ir a abrir, pero cuando lo hago veo a una chica un poco alta, cabello rojo intenso hecho un desastre, su ropa parece de granjera ya que tiene un pantalón azul, playera negra y una camisa de cuadros que le queda enorme.
- ¿Tú quién eres?
- Merida, soy su niñera.
- ¿Tú?- alzo una ceja mientras la recorro con la mirada.
- Sí.
- No puedo creer que Blake haya contratado a alguien así.
- Bueno, fue ella quien me dio el trabajo, no usted.
- ¿Qué?- la miro.
- ¿A quién debo de cuidar?- desvía mi pregunta.
- A mi hijo, se llama Nathaniel, ten cuidado con él.
Me hago a un lado para que entre.
- Es él.- me acerco a mi bebé hasta que lo tengo en brazos.- Es alérgico a la nuez, no dejes que se acerque a las escaleras y no dejes que se meta cosas a la boca.
- De acuerdo.
- En unas horas llegará mi esposa, Blake, ya la conociste.
- Sí.- suspira.
- Bueno, cuídalo mucho, ¿sí?- con desconfianza se lo entrego.
- Claro.- sonríe.- Señor...
- No me digas señor, aún estoy joven.
Joder, como odio que me digan así.
- Bueno, ¿cómo le digo entonces?
- Alexander.
- Alexander, el señor joven.- trata de no reírse.
- Me voy.- pongo los ojos en blanco.
Con pasos rápidos me alejo de ella, subo a mi auto y arranco.
Merida, esa chica será un desastre total como su vestimenta.
Pero al menos tiene las agallas y el coraje suficiente para contradecirme.
Cosa que no hace cualquiera.
Como sea, espero que no mate a mi hijo, porque si lo hace, lo pagara.
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Bajo las estrellas
Teen FictionUn pasado, una historia, un amor que resultó ser doloroso pero duradero. Después de seis años de estar separados, por fin se reencuentran, por fin sus corazones vuelven a estar completos. ¿Pero ella podrá aceptarlo de nuevo en su vida?