14 |No me dejes|

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Blake

- ¡Por fin!- grito mientras me estiro como si fuera un gato.

- Genial, ya me estaba durmiendo.- se ríe Bastian.

- Te dije que no me hacía responsable si te aburrías.- sonrío de lado.

- Al menos la espera valió la pena, vámonos que me muero de hambre.

- Sí.

Tomo mis cosas y las guardo todas para después irme con él y salir de la escuela.

- ¿Trajiste tu auto?- pregunto.

- Sí.

- Pero el mío también está aquí.- lo miro.

- Bueno.- piensa un momento.- Podemos irnos en el mío, ¿Iremos a mi casa, cierto?

- ¿Tu casa?- abro los ojos como platos.

- Sí.- me muestra una sonrisa de lado.

- ¿Y mi auto?

- Blake.- sonríe con más ganas.- Mi propuesta es que vengas a mi casa, comamos, platiquemos y te quedes una noche.

Mi mente no procesa las cosas que salen de su boca, es como si de repente me hablara en otro idioma.

- ¿A dormir?- digo al fin.

- Sí.- se escucha tan seguro, tan imponente y fuerte.

Un punto para Bastian.

- Pero mañana tenemos que ir a trabajar.

- Vendré a dejarte hasta aquí.

- Pero llegaras tarde.

- No importa.

Me quedo pensando, ¿Dedo de ir? Sólo iríamos a comer y ya, hablaríamos de cosas sin sentido, más no creo que pase nada.

¿O sí?

- Bien.- digo al fin.

- Genial, sube.- dice mientras me abre la puerta del copiloto.

- Gracias.- le sonrío.

Pronto él toma asiento a mi lado y juntos nos encaminamos a su casa.

- ¿Te gusta el salmón?- pregunta mientras me mira por unos segundos.

- Sí.

- Bien, porque eso es lo único que tengo.- sonríe de lado.

- Por mí está bien.- le devuelvo el gesto.

Reviso mi celular en busca de señales de vida de Alexander, desde la mañana no me ha escrito nada.

¿Estará bien?

¿Le habrá pasado algo malo?

No, él ya no es mi prioridad, ya no debo de preocuparme por cosas como esas.

Después de un rato de viaje en carretera por fin llegamos a su casa. Mierda, es enorme, tiene una puerta grande de madera y su jardín esta bien cuidado, sin flores, pero aún así se ve lindo.

- Bien, llegamos.

- ¿Está es tu casa?- lo miro con los ojos bien abiertos.

- Sí.- sonríe.

- Mierda, quiero vivir aquí.

- Tal vez algún día, pero por el momento vamos a dentro que quiero comer.

- Claro.

Nos bajamos del auto y juntos nos encaminamos hacia la puerta, saca las llaves de su bolsillo trasero y la abre.

Bajo las estrellas       Donde viven las historias. Descúbrelo ahora