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Natasha entró al lugar que para su gusto estaba muy concurrido, ignoró las miradas lascivas de varios comensales quiénes habían quedado impresionados de su belleza y como no si Natasha era una mujer muy bella, sus ojos verdes esmeralda irradian misterio, su cuerpo un manjar de pecados enredados y unos labios rojo carmesí de infarto, además de su cabellera pelirroja que hipnotizaba a hombres y mujeres.

¿Algo de tomar?— Un joven moreno le ofreció la carta sonriendo, Natasha cálidamente asintío observando el menú fugazmente.

— Vodka con agua quina y hielos, Chad — la joven le sonrió al ver al joven que a su parecer no pasaba de los veinte años asentir, atenta había leído el nombre del chico en su gafette.

— Enseguida dama.

Natasha llevó sus dedos hacia la barra de madera golpeteandola con ritmo, la musica de Pink Floyd le daba un toque frenetico al local, el cual estaba lleno de personas inmiscuidas en sus propios asuntos, Chad le dejó su bebida frente a ella, la cual disfrutó con los ojos cerrados; amaba demasiado la sensación del vodka en su garganta.

— ¿Que hace una bella dama sola en un lugar como este?

Un hombre se sentó a su lado provocando molestia en la mujer quien rodó los ojos antes de hacer contacto con él, Natasha se giró encarandolo.

— No es de tu incumbencia.

El hombre sonrió divertido, se acercó más a ella admirando el par de senos generosos que se encontraban debajo de aquel fino vestido color negro.

— Tan bonita y tan amargada, quizá hace falta que te den una buena follada....

La mujer al ver como el hombre dirigía su mano hacia sus senos, fue rápida interrumpiendo aquella acción doblando los dedos del hombre uno a uno provocando un grito de dolor en el hombre ebrio.

— Dudo que al menos folles bien, ahora fuera de aqui...

El hombre humillado se alejó de su lado siendo la comidilla entre los presentes a quien Natasha ignoró bebiendo su trago de golpe y con una seña ordenó a Chad otro trago más quien obediente lo sirvió.

— Este es cortesía de la casa bella dama.

Gracias Chad, puedes llamarme Natasha.

El joven asintío mientras seguía con su trabajo.

Steve Rogers la había estado observando desde el rincón donde trabajaba manejando las cuentas y los inventarios de aquel bar el cual era de su propiedad; Joseph Rogers había creado una tradición en Brooklyn, todo habitante solía reunirse en aquel bar, su legado creció abriendo más locales alrededor de Manhattan, Soho y Queens; podría decir que se sentía afortunado de haber estado en Manhattan aquella noche observando a aquella mujer bella que bebía vodka con tanta elegancia frente a él.

La mujer parecía estar sumida en sus propios asuntos, había terminado entretenida escribiendo en una pequeña libreta con cobertura rojiza; los comensales seguían en sus conversaciones y asuntos, poco a poco el local se fue vaciando siendo el dueño del Bar quien se acercó a Natasha para darle la última llamada.

Ᏼꭺꭱꭲꭼɴꭰꭼꭱ || 𝑹𝒐𝒎𝒂𝒏𝒐𝒈𝒆𝒓𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora