Natasha despertó perezosa, suspiró al escuchar las olas del mar a lo lejos, sonrió girandose para encontrar el cuerpo de Steve, pero su lugar parecía estar vacío.
Abrió sus ojos frunciendo el ceño, la habitación se encontraba en silencio, se puso de pie omitiendo el dolor en su cuerpo a causa de una noche descontrolada de sexo, se colocó una pijama del closet y al percatarse que el hombre no se encontraba en la ducha salió de la habitación encontrando calma, revisó la sala, la cocina, incluso saludó a Vladio quien desayunaba con el resto de los escoltas, preocupada decidió seguir buscando hasta encontrar a Steve en el gimnasio techado de aquella mansión.
Sintió un cosquilleo al ver al hombre golpear un saco de box con fuerza, tan sólo vestía un pantalón corto dejando su abdomen al descubierto, se mordió el labio al ver cómo sus músculos se tensaban en cada golpe, el sudor escurría desde su frente cayendo de manera tentadora hasta su pecho y ni hablar de la serie de tatuajes que se encontraban marcados en su cuerpo, aquel hombre era el pecado en vivo.
— ¡Buenos días!
El saludo de Steve asustó a Natasha haciendolo reír, se quitó las vendas de sus manos, limpió su sudor y caminó apresurado hasta llegar a la mujer que se había colado en sus pensamientos, la abrazó con posesión plantandole un beso en la boca.
— Buenos dias Steve — la joven llevó sus manos hasta su pecho acariciando de manera tentadora — pensé que quizá te habías ido.
— Lo lamento pequeña, no pude dormir por velar tu sueño, todo esto me intriga demasiado, hay demasiada seguridad afuera, además de que Vladio no me quita la mirada de encima, estás en peligro...
— No es nada de que preocuparse Steve — Natasha trató de mostrarse segura ante sus palabras, pero su mirada decía otra cosa; tenía miedo e incertidumbre, a su edad ya debería estar acostumbrada a que su vida sería así siempre, su destino era vivir al filo del peligro en el mundo de la mafia y no podía evitarlo.
— Lo es, pero comprendo que no quieras hablarlo, cuando te sientas lista...
— Gracias... — Natasha besó sus labios para dar por finalizada aquella charla, tomó la mano del hombre para encaminarse a la terraza la cual tenía una maravillosa vista hacia el mar, sin importar la presencia del personal y de varios guaruras se sentó en las piernas de Steve para desayunar juntos, en silencio ambos degustaban sus alimentos, compartían algo de fruta y besos cortos, aquel lugar de vez en cuando se inundaba de risas por parte de ambos.
Vladio los observaba de lejos, no podía evitar sonreír al ver a su pequeña Natasha feliz, aquella niña pelirroja que cargó en sus brazos ahora se había convertido en toda una mujer, lamentó por un momento que quizá aquella felicidad y Steve tan sólo serían momentaneos en su vida.
— Si el jefe se llega a enterar que su hija sale con otro hombre estando prometida con Barnes, todos seremos hombres muertos, no se como lo permites — Clinton bufó haciendo molestar a su padre — entiendo que sea tu hija, pero no te da derecho a tomar las decisiones que el jefe debería tomar.
— Tú lo has dicho hijo, seremos hombres muertos si esto llega al oído del jefe o de Barnes, nuestros hombres sólo deben hacer su trabajo, proteher a Natasha y tú dejar de retarme y tú deberías hacer lo mismo.
Clint soltó una risa sarcástica.
— La pequeña bastarda que lo tiene todo.
Vladio sin dudar sacó su arma apuntando directamente a la frente de su hijo quien alzó sus brazos en son de paz.
— Te tomas tan enserio mis palabras papá, sabes que quiero a Natasha, es mi hermana menor, baja el arma.
Vladio bajó el arma, la guardo en su traje y salió de la cocina a seguir merodeando el lugar a la espera de alguna indicación.
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Ᏼꭺꭱꭲꭼɴꭰꭼꭱ || 𝑹𝒐𝒎𝒂𝒏𝒐𝒈𝒆𝒓𝒔
Fanfiction𝐸𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑗𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑝𝑒𝑙𝑖𝑔𝑟𝑜𝑠𝑜, 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜. Historia Romanogers inspirada en "Bartender" de Lana del Rey. Se prohíben adaptaciones o plagio. Gabriela Bueno ®