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— ¿Realmente te importa Natasha?

Yelena preguntó mientras terminaba de servirle la cena a James; el castaño la miró.

— No, es una mujer hermosa pero a lo que he visto es ingenua, puedo fingir amarla.

Yelena soltó una risa.

— Natasha no es ingenua, finge serlo, pero es un arma mortal, se enfrentó sola a un grupo armado que intentó raptarla cuando era una adolescente, sabe pelear y disparar, te conviene tenerla a tu lado.

— No lo creo, fácilmente pudieron con ella, da igual sólo la necesito para que me de hijos y nuestras familias sigan fuertes.

James decidió cenar con rapidez para evitar el interrogatorio que intuía Yelena tenía para él, le ordenó lo esperara en su habitación desnuda y salió a su despacho donde tenía algunos pendientes, recordó que Vladio le había mandado la carpeta de investigación del nuevo guarura de Natasha.

Le pareció extraño que fuera corto, pero al fin y al cabo era recomendación de uno de los mercenarios más letales de la mafia rusa.

Steve Grant Rogers, capitán del escuadrón Kent en Israel, Afganistán y Tunez, cinco años de servicio y renuncia voluntaria.
Dueño de una franquicia de bares en New York, fortuna considerable.
Soltero, sin hijos.
Criado en Brooklyn.

Manejo de armas de alto calibre.
Estratega.
Combate cuerpo a cuerpo.
Políglota.

James frunció el ceño al leer Brooklyn, en sus sueños el nombre de aquella ciudad aparecía con frecuencia así cómo el nombre de Steve, quizá eran recuerdos de su infancia ya que según su padre de niño James sufrió un accidente automovilístico donde murió su madre y él fue herido de gravedad.

— Nada mal para que proteja a Natasha.

— Quiero salir a distraerme Steve, vamos a un club.

Natasha miraba a Steve con ojos de cachorro haciendo que el hombre sonriera, se encontraban en la piscina de la casa donde se encontraban, Steve vestía pulcramente mientras Natasha portaba un bikini que tenía a Steve con la boca seca.

— Clint tiene la orden de que no salgas a ningún lado, Natasha.

— Lo sé — Natasha rodó los ojos — pero estoy aburrida, me siento como una prisionera, por favor, por favor.

Horas más tarde la mujer en compañía de su guarura personal y una media docena más emprendieron su camino al centro de Milán ciudad a la que él día anterior habían llegado por seguridad; Natasha ubicó el club nocturno al que frecuentaba en el pasado e ignorado a Clint y a los demás guaruras se adentró con Steve al recinto, caminaron en circulos evadiendo a las personas que se divertían hasta llegar a la zona de áreas reservadas.

— Señorita Romanoff.

— Que nadie nos moleste Fretz — Natasha le sonrió amable al guarura quién asintío abriendo una puerta de cristal dejándolos entrar.

Steve se quedó por un momento anonado al ver el espacio pequeño lleno de bebidas, botellas, una pequeña salita de cuero y una vista hacia la pista del antro, Natasha sirvió dos vasos de vodka ofreciendo uno a Steve quién gustoso lo aceptó.

— Nosotros podemos verlos, pero ellos a nosotros no.

Natasha bebió de golpe su licor, se coló entre el cuerpo de Steve y del cristal soltando un leve jadeo al sentir las manos de Steve tomar su cintura, suspiró al sentir los labios de su guardaespaldas rozar su oreja iniciando un camino ardiente por su piel hasta llegar a su cuello el cual besó despacio sin prisas.

Ᏼꭺꭱꭲꭼɴꭰꭼꭱ || 𝑹𝒐𝒎𝒂𝒏𝒐𝒈𝒆𝒓𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora