15.

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— No deberías estar aquí Steve — Natasha comenzó a llorar inquietando a Steve quién la miraba confundido — vas a morir y no podré soportarlo.

— Nadie va a morir Natasha, por eso estoy aqui para protegerte, le dí mi palabra a Vladio y te la doy a tí.

Natasha negaba sintiendo su corazón hacerse pedazos, a lo largo de su vida había visto morir a mucha gente a su alrededor, nanas, guardaespaldas, incluso a sus hermanos mayores y menores, al final sólo quedaba ella.

— Tú tenías tu vida en New York, no debiste Steve, no quiero que mueras, no podré soportar una muerte más — Natasha atrajó a Steve abrazándolo dejando sus lágrimas impregnadas en su camisa, el hombre se encargó de consolarla hasta que sintió cómo comenzaba a dormitar.

— Estoy enamorado de ti Natasha, así que no voy a dejarte — el hombre peinó el cabello de la mujer quien se aferró a él cayendo dormida en sus brazos.

Con el paso de los días Natasha se recuperaba exitosamente, pero por alguna extraña razón parecía cada vez mas desanimada y triste, Steve trataba de acercarse a ella pero Natasha había puesto entre ellos una barrera invisible.

— No quiero a Steve de guardaespaldas Vladio, estoy furiosa contigo por haberlo traído, ¿Como has podido hacerme esto? ¿Quieres que lo vea morir? ¿No ha sido suficiente ver morir a mi nana? ¿A Dimitri?

Natasha lanzó una mirada fulminante al hombre que yacía frente a ella.

— Fueron órdenes del Señor Barnes y creí conveniente su presencia aquí, sabe manejar armas, fue militar, sabe de estratégias y te ama, así  que es capaz de dar la vida por ti....

— Directo al matadero Vladio — Natasha caminó hacía el ventanal de su habitación donde pudo observar a Steve entrenar con los demás escoltas — jamás voy a perdonarte que lo hayas traído.

Vladio asintío, sentía que la estaba haciendo sufrir y lamento callarse el plan que tenía para ella.

— Algún día lo entenderá niña, algún día, me retiro.

Natasha se abrazó a si misma quedándose sola en su habitación.

James Barnes disfrutaba de su estadía en Rusia liderando visitas a personas influyentes, amaba sentir el miedo de los hombres y mujeres que se enfrentaban a Alexei Romanoff, disfrutaba escuchar sus sollozos de suplica, el olor de la pólvora y recibir montones de dinero sucio.

Pero desde días atrás comenzó a tener diversos sueños que parecían cercanos y a la vez lejos de él; una mujer castaña cantándole nanas de noche, cocinando un pastel de chocolate, clima frío en una ciudad grande, dos niños corriendo con él por un parque y un balón de básquet rodando a él.

¡James! ¡Lanza el balón!

— ¡Steve, atrápalo!

— ¡Sam, James!

James despertó alterado a causa de aquellas voces y rostros, parecía ser su infancia; sólo que no la recordaba así.

— ¿Sucede algo cariño?

Wanda quién dormía a su lado se reincorporó acercándose a él mirándolo preocupada, el castaño asintío atrayendo el cuerpo de la mujer arriba de él para besarla y acariciarla dejando su pesadilla atrás.

Alexei y Melina viajarían por lo cual James se quedaría a cargo de algunos pendientes, para su suerte se estaba ganando la confianza del mayor por lo cual le garantizaba que pronto tendría a la mafia rusa a sus pies, sólo le faltaba contraer matrimonio con Natasha pero aquello sería a su tiempo, la necesitaba recuperada.

Ᏼꭺꭱꭲꭼɴꭰꭼꭱ || 𝑹𝒐𝒎𝒂𝒏𝒐𝒈𝒆𝒓𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora