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Natasha salió de su apartamento con una sonrisa en su rostro, acomodó su saco y se abrazó a si misma al salir al exterior y ser sorprendida por el frío invernal de Nueva York, estaba acostumbrada al frío gélido de Rusia, pero este era diferente o quizá sólo eran sus ansias de que vería de nuevo a Steve; después de una semana tediosa con su madre por la ciudad y lo afortunada que se sentía de que su padre y James se habían ido unos días de la ciudad por negocios, se sentía libre.

— ¿Al bar de Manhattan, niña?

— Si Vladio, por favor.

El hombre asintío comenzando el trayecto a su destino, cauteloso manejaba revisando siempre a sus lados y a través  del retrovisor por si veía algo inusual; si bien estaban lejos de casa, pero aún así, Natasha siempre corría peligro, él más que nadie recordaba los diversos ataques que Natasha había sufrido a lo largo de su vida.

Desechó aquellos malos recuerdos enfocándose en llevar a salvo a la señorita Romanoff; estacionó el auto en la acera y salió del auto para abrirle la puerta trasera y dejarla salir.

Natasha le agradeció en silencio, acomodó su abrigo y se dirigió a él.

— Tómate la noche libre Vladio, estaré aquí, cualquier cosa te llamo, si mi padre o Barnes llaman házmelo saber.

— Lo haré Señorita Natasha, cuídese.

La joven asintío y sin mas preámbulos se adentró en el bar observando que aquella noche el recinto lucia abarrotado, saludó a lo lejos a Chad y con la mirada buscó a Steve con la esperanza de encontrarlo sobre la barra, pero no contaba con que se encontraría ocupado.

Sharon Carter era una agente de la policía de New York, su trabajo era arduo y pesado por lo cual aquella noche decidió olvidar por un rato su tedioso trabajo y prefirió visitar a Steve Rogers, el hombre que la traía vuelta loca, eligió su atuendo más sexy y se posicionó en la barra esperando ser atendida por el bartender.

— Steve, siempre tan guapo y atento.

La rubia elogió al hombre quien le sonrió con cortesía ofreciéndole un tarro de cerveza.

— ¿Vienes sola? Por lo que sé Sam sigue en la comisaría, ¿Hoy no trabajaste?

— Si lo hice, pero los casos que llevamos son realmente un fastidio y necesitaba relajarme, Sam me ha cubierto hoy — Sharon aclaró su garganta mientras recogía su cabello suelto dejando ver el escote de su lindo vestido — ¿Hoy terminas pronto el turno? Podemos salir a cenar o ir a mi apartamento.

Steve sonrió.

— Soy el dueño, jamás descanso.

Natasha con el semblante serio se sentó al lado de la mujer con quién al parecer Steve coqueteaba, molesta se dió cuenta que quizá el bartender era asi de encantador con todas las mujeres que llegaban a su barra.

— ¡Natasha! Es un gusto verte — el semblante del hombre cambió de manera repentina dirigiendo toda su atención a Natasha quien le sonrió levemente.

— Hola Steve, lamento interrumpir la charla interesante que al parecer tenías con tu amiga.

— No te preocupes querida — Sharon se dirigió a ella sonriendo, tuvo el atrevimiento de observarla de arriba hacía abajo — ¿Tú quién eres?

Sharon la miró con desconfianza, por su piel pálida y su extraño acento podía adivinar que ella era extranjera.

Steve se deshizo de su mandil dejando a sus empleados a cargo y salió de la barra acercándose a Natasha.

— Natasha, amiga de Steve.

— Sharon, amiga íntima de Steve — la rubia desabrida le ofreció la mano siendo rechazada por Natasha quien en cambio tomó la mano que Steve le ofreció.

Ᏼꭺꭱꭲꭼɴꭰꭼꭱ || 𝑹𝒐𝒎𝒂𝒏𝒐𝒈𝒆𝒓𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora