Capítulo 27: APRENDER A PERDONAR

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Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;

Mateo 6:14

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Lunes

6:30 a.m

El despertador sonó, abrí mis ojos lentamente y conseguí apagarlo.
Di un bostezo y posteriormente me levanté de mi cama.

<Señor, Gracias por un nuevo día que me permites ver>

Después de darme una ducha busqué en mi armario la ropa que me pondría, me vestí y bajé al comedor a desayunar. Para ese entonces ya eran las 7 de la mañana.

Si, tardo demasiado en arreglarme, aún tengo problemas con mi apariencia, pero se que poco a poco iré aceptandome.

Papá estaba sentado frente a la mesa leyendo el periódico y tomando una taza de café.
Mi madre estaba en la cocina.

— Hola papá, Hola mamá — saludé

— Hola hija — respondieron los dos al mismo tiempo

Me serví leche en un tazón, le agregué cereal y comencé a desayunar. Cuando acabe me despedí de mi madre y papá me fue a dejar a la preparatoria.

— Adiós papá, te quiero — dije en cuanto me bajé del auto

— adiós mi niña — dijo

Comencé a caminar hacia el interior de la escuela, en el camino me topé con Hania y con Karla. Se me hizo raro no ver a Cecilia junto a ellas ya que siempre estaba a su lado.

— vaya, vaya, miren quién está de vuelta — dijo la rubia mirándome con desprecio

— Estábamos mejor sin ti Alin — agregó Karla

— Déjenme pasar — suplique

— ¿por qué lo haríamos? Tu no eres nadie para decirnos lo que tenemos que hacer...— exclamó Hania furiosa

Mi semblante decayó al escuchar eso y mi mente nuevamente comenzó a formular pensamientos negativos.

<No valgo nada, jamas seré aceptada por los demas>

Un nudo se formó en mi garganta y sentí unas inmensas ganas de llorar.

— ay no me digas que ya vas a llorar — se burló — no aguantas nada, por eso nadie te quiere, jamás lograrás encajar en este mundo...

Ambas chicas se alejaron mientras se reían de mi, me quede estática y las lágrimas comenzaron a brotar, el timbre sonó, todos se dirigían a los salones, yo no quería entrar, no quería estar cerca de ellas.

Minutos después el pasillo quedó desolado, caminé hacia el salón mientras limpiaba mis lágrimas, sabia que llegaría tarde pero no me importaba, lo único que quería era pasar menos tiempo viendolas a ellas.

La maestra me dejó pasar con la condición de que la próxima vez fuera puntual, me senté en mi asiento correspondiente, a lado de Angie, solo le brindé un pequeño saludo y el resto de la clase me la pasé en silencio, fingiendo que ponía atención para que la profesora no me preguntara a mi, pero mi mente vagaba por otros lugares.

Cuando el timbre sonó salí rápidamente y me diriji hacia la siguiente clase en donde volví a repetir la misma rutina de la primera clase.

Horas después ya era hora del almuerzo, no quise ir a la cafetería así que me diriji hacia el campo de fútbol y me senté en las gradas.

¿QUIÉN SOY?   [LIBRO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora