𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎

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Se encontraban en el catamarán

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Se encontraban en el catamarán.

Hiromi estaba en una reposera de madera tomando el sol estirada con un traje de baño que no dejaba mucho para la imaginación.

Sanzu estaba apoyado de espaldas al mar en la baranda de la proa admirando la figura femenina de Hiromi, quien jugueteaba con sus mechones de cabello los cuales estaban algo desordenados al estar estirada con las manos arriba de su cabeza. Una de sus largas piernas estaba un poco flexionada y la otra estirada.

Ella notó la aguda mirada de Sanzu en ella. —Si me sigues mirando así no me quedará otra que voltearme.

—Hazlo.

Ella se rió.

Volteó su cuerpo haciéndole caso, dejando ver una tanga muy diminuta entre sus glúteos. Sanzu suspiró ante la acción.

Él no era creyente pero no supo a quién darle gracias por esa maravillosa imagen así que solo pensó para sí mismo "Gracias, Dios".

Hiromi giró la cabeza hacia él. Agarró un envase de bloqueador y lo movió haciéndole una seña a Sanzu para que se acercara para aplicarselo en la espalda.

Él acató. Caminó hacia ella, Hiromi se volvió a relajar y dejó que las manos de Sanzu hicieran el trabajo. Las palmas de sus manos y los falanges se deslizaban con cariño por toda la parte posterior de la pelinegra, incluso por debajo del amarre del sostén del bikini. —Mh...— agradeció los pequeños masajes que él le daba a ojos cerrados.

Haruchiyo sonrió al escucharla. Siguió su trabajo hasta llegar a las nalgas de Hiromi. Puso un poco más de bloqueador en sus palmas y humectó primero las zonas desnudas que dejaba a la exposición esa pequeña tanga, para luego deslizar por debajo de aquella prenda sus manos dando apretones sutiles que Hiromi claramente sintió. —Cielo...

—Dígame...

—No es necesario que dejes bloqueador debajo del bikini.

—Solo por si acaso...— dió un beso en un hombro y luego bajó a uno de sus glúteos.

Ella se rió. Se volteó para incorporarse y sentarse correctamente. Con algo de fuerza, acercó la reposadera de madera barnizada que tenía al lado. Dio unas palmaditas para que Sanzu se sentará en esa. —Aquí.— dijo ella.

Sanzu obedeció.

Hiromi comenzó a desabotonar la holgada camisa suelta que él traía de apoco. Se la quitó por completo para dejar ver el abdomen de Sanzu. Puso bloqueador en sus manos y comenzó a pasarlas por cada rincón de su torso. —Amo tus manos...— dijo él mientras miraba a detalle cada movimiento y gesto que Hiromi hacía. La vio sonreír y le agradó.

—Lo sé...— lo miró manteniendo la sonrisa. Sus ojos chocaron. —Son algo pequeñas pero hacen un trabajo decente, pienso yo.

—Hacen un trabajo perfecto.— soltó.

THE DEVIL IS BETWEEN MY LEGS | Haruchiyo "Sanzu" AkashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora