𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄

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05:00 de la madrugada

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05:00 de la madrugada.

Después de aquella pesadilla Sanzu no pudo dormir más. El sueño de hace unos minutos se había esfumado por completo sumandole todo el temor que tenía a volver a cerrar los ojos nuevamente y soñar con esa horrible imagen de su dulce Hiromi teniendo sexo con Takeomi sin ningun tipo de pudor... Casi como cuando lo hacía con él.

Las abundantes lágrimas se habían detenido, pero habían dejado un marcado camino de ellas por todo el largo de sus mejillas.

Puso su cabeza en la almohada y se giró hacia el lado derecho de la cama el cual le pertenecía a Hiromi. Agarró su almohada e inhaló el aroma del perfume y shampoo que aún quedaba impregnado en la esponjosa cabecera.

Suspiró dolorosamente... Levantó los ojos en dirección a la enorme ventana de la habitación y desde ahí vió la ciudad... La atmósfera era melancólica lo que hacía que se odiara más por haber echado a Hiromi y en especial por cómo la había tratado.

Se mostró a sí mismo una de sus manos, vió su palma y recordó las palabras de su hermano mayor.

"Definitivamente eres el que tiene las manos más manchadas de todos... Dime Sanzu, ¿Cuándo y cómo le vas a decir a Hiromi que con las mismas manos que la tocas... Con la que te la coges... No tan solo pasa dinero sucio como las mías... Si no que hay vidas de por medio?."

Pestañeó doblemente y movió su cabeza para eliminar ese fastidioso pensamiento.

Valientemente cerró los ojos, abrazó con dolorosa ilusión la almohada imaginando que era el cuerpo de ella y esperó no volver a soñar algo parecido al tormento anterior...

Valientemente cerró los ojos, abrazó con dolorosa ilusión la almohada imaginando que era el cuerpo de ella y esperó no volver a soñar algo parecido al tormento anterior

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13:30 de la tarde.

—Cielo... por favor... He intentado comunicarme contigo toda la mañana... Por favor contestame, ¿si?... Hablemos...— este era el número dieciséis de los mensajes grabados que angustiosamente dejó en el buzón de voz. —Cuando escuches esto devuélveme la llamada... Te quiero... Muchísimo.

Un escalofrío le recorrió la espalda al recordar que inconscientemente había sido casi lo mismo que le había dicho en la pesadilla.

Tembló.

THE DEVIL IS BETWEEN MY LEGS | Haruchiyo "Sanzu" AkashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora