𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

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Se vistió lo más sensual y elegante que podía

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Se vistió lo más sensual y elegante que podía.

Un vestido color rojo ladrillo fue el indicado, un labial del mismo tono y el cabello lacio bien peinado por su melena recta que la hacia ver atractiva, dandole un aspecto serio que no terminaba de ser formal y aburrido, sino que todo lo contrario.

Escuchó el timbre tocar así que salió de su habitación para ir a despedirse de su padre, pero este estaba dormido.

Salió de la casa y se acercó al chófer.

—Buenas noches señorita Miura. Soy Kuroda, el chófer del señor Haruchiyo Sanzu.— se presentó el hombre de unos cuarenta años. —Esta noche yo me ocuparé de llevarla a su cena con el jefe.— finalizó para abrir la puerta trasera del vehículo.

"¿Con el jefe?", se rió mentalmente al escuchar eso, "Dios porque tanta formalidad". —Puede solo decirme Hiromi.— soltó nada más.

—Una vez se me haya permitido de parte del señor Sanzu referirme a usted solo como Hiromi, la trataré como tal. Hasta entonces, señorita Miura, por favor.— hizo la señal para que entrara al vehículo.

La pelinegra pensó en que era demasiado estricto con sus subordinados y ellos le tenían miedo o que habían una increíble lealtad y respeto ante él. Abogaba y suplicaba que fuera la segunda opción.

A medida que el auto avanzaba por la ciudad, Hiromi veía nerviosa las luces que la iluminaban. Se acercó al chófer y le habló: —¿Usted sabe que tipo de hombre es el señor Sanzu?.— preguntó.

El chófer dio un respingo, "¿Como le digo que mejor sería saltar por la ventana antes de tener una cita con él?". —Sería difícil definir al señor Sanzu en una sola palabra.

—Pues hágala en dos.

—Aun así sería complicado.

La pelinegra volvió a tocar el asiento con su espalda, no muy complacida de la respuesta que le había brindado el hombre.

Luego de unos minutos más, habían llegado. El hombre se bajó para caminar al otro lado del automóvil y abrir la puerta trasera por la que saldría Hiromi. Le extendió su mano para sujetarse y salir.

Caminó hacía la entrada de un restaurante, a lo que la atendió el anfitrión de la entrada.

—¿Señorita Miura?.

—Hm, si, soy yo.— respondió con sorpresa.

—Sígame por favor. El señor Sanzu la está esperando.

Dio un par de pasos detrás del hombre y llegaron a la mesa donde estaba Sanzu. Él se veía simplemente como si todo el lugar fuera suyo. Había elegido la mesa más exclusiva y alejada de las demás.

—Señor Sanzu.— habló ella haciendo que él levantará la vista a verla. Los ojos de él se posaron en ella y se iluminaron como verdaderos faroles.

THE DEVIL IS BETWEEN MY LEGS | Haruchiyo "Sanzu" AkashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora