𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐒𝐄𝐈𝐒

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Denenchofu, Tokio

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Denenchofu, Tokio.

Domingo, 20:46 p.m.

(1 hora para que Sanzu llegue a Tokio).

Llovía estruendosamente, los relámpagos iluminaban el lúgubre y oscurecido cielo mientras que los truenos resonaban en esa tétrica habitación donde yacía muerto Takeomi.

Sora lloraba suplicando para sí misma, y en silencio, que la terrorífica cara de Hiromi cambiara.

Las córneas de Hiromi eran blancas marcando notoriamente los pequeños vasos sanguíneos de estos hinchados y dilatados, sus grisáceos ojos se habían apagado y ya no brillaban con la intensidad de siempre. La sombría sonrisa que había esbozado hace unos minutos atrás se había borrado de su faz, ahora... Estaba quebrada.

Hiromi estaba completamente rota.

"No es cierto... No es cierto..."

Oía y oía a Sora esbozar palabras que no creía... Cosas que en su corazón y en su mente, jamás hubiera creído, pero que cada vez que las iba escuchando... Le hacían más sentido.

Tocaba su pecho tratando de unir y pegar todas esas piezas rotas, sin embargo era inutil.

Sora había hablado; verla enloquecer y perder de un momento a otro su cordura la hizo dueña de la verdad.

—...Eso... Es Bonten... —dijo terminando el relato.

Ahora las manos de Hiromi estaban apretadas encima de sus muslos.

—Y-Y Haruchiyo... ¿Qué tiene que ver? —su voz era débil y frágil, casi un susurro.

Ya sabía la respuesta, lo suponía... pero de todas formas, quería escucharlo.

—Él... Él es el número dos de toda esa organización. No hay nada que pase en Bonten que él no sepa... Cada orden, cada crimen... Sanzu lo sabe todo —se tomó un segundo. —Señorita Hiromi... —logró que la pelinegra la mirara directamente a los ojos. —En Japón, no hay nada más peligroso que él y Bonten... Sanzu es un asesino, un mafioso, unos de los peces más gordos de Japón, e incluso, podría decir que de toda Asia...

Ambas estaban arrodilladas en el piso. Sora movía la boca y no paraba de contar los más horribles secretos de Sanzu, pero de un segundo a otro, Hiromi había dejado de oírla. Sus manos habían caído al suelo débilmente y su corazón se había detenido al escuchar: "—Sanzu es un asesino".

Fue extraño... No podía llorar, pero su alma estaba hecha pedazos.

—...Lo más seguro es que haya ido a Albania a cerrar un trato, quizás, para traficar armas o algo por el estilo... Takeomi siempre hablaba de eso con Mikey y Kokonoi cuando iba a Roppongi.

—¿Roppongi...? —preguntó Hiromi ida con su voz casi imperceptible.

—Al edificio de Bonten —aclaró Sora. —Ahí se reúnen...

THE DEVIL IS BETWEEN MY LEGS | Haruchiyo "Sanzu" AkashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora