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Volvían de hacer algo de snorkel y jet ski en el mar.
—¿Viste los colores de los corales?.— preguntó entusiasmada Hiromi.
—Por supuesto, cielo. Estaban muy lindos.— respondió condescendiente a su pelinegra. —Las fotografías quedaron espectaculares.
—Fue una buena idea sacar fotos cariño... Así tendremos para el recuerdo nuestras primeras vacaciones.
Sanzu la observó con amor. —¿Habrán más vacaciones?.
—Obvio... Donde tú quieras.
—Básicamente yo elegí el destino ahora... La próxima puedes elegir tu ¿sí, bonita?.
—Está bien... Me parece justo, cariño.
Él le sonrió y le tomó la mano para entrar a su villa.
—Estuvo genial cuando hicimos la carrera en el jet ski, eres muy bueno Sanzu.— hablaba sin parar mientras cruzaban la puerta de su habitación. Sanzu solo la observaba hablar y hablar prestando atención a cada cosa que ella decía con total detalle. —Cuando lleguemos a Japón mostremosle las fotografías de inmediato a mi papá, le gustará.
—Si cielo.— respondió él.
El celular de Sanzu comenzó a sonar.
—Responde. No llevamos los celulares puede ser algo urgente.
Sanzu tomó el móvil. —Es Koko, de seguro puede hacerse cargo él solo...— contestó despreocupado, aun cuando tenía casi diez llamadas perdidas de él.
—Okey.— Hiromi no le dio importancia. —Me daré una ducha y vamos a comer ¿sí?.
—Bueno cariño...
Sanzu vio como la figura femenina de su novia desaparecía en el baño. Espero a que Koko lo volviera a llamar, cosa que no tardó absolutamente nada.
—¡¿Que mierda pasa?!.— se quejó notoriamente pero con un tono mesurado para que su pelinegra no escuchara.
—¡¡¿Cómo que qué mierda pasa?!!.— se escuchó la voz de Koko en la otra línea. —¡¿Por qué no contestas el puto celular?! ¡¿Qué pasa si es algo urgente?!.
—Les dije que no quería que me llamaran, ¡ni siquiera si era algo urgente!. Mikey sabe, hablé con él.
—No es Mikey quien te busca.
—¿Qué? ¿Entonces quién?.
—Takeomi volvió a Japón ayer... No llegará dentro de unas semanas a Tokio pero de todas formas quiere que le mandes sus maletines a Sapporo que es donde se está quedando. Dijo que era buena mercancía personal y la tenías tú.
Sanzu se frotó la frente. —Ese imbécil... Voy a volver en un par de días, dile que se espere o que se joda. No voy me voy a arriesgar que cualquier persona se los lleve... Esos putos maletines me han dado puros problemas...
