VI. POR TI.

91 5 2
                                    

( . . . )

ELIZABETH KELLER:

« ¡TOCK, TOCK, TOCK! »

Los golpes en mí puerta eran de forma incesante. Solté un gruñido de fastidio al tener que levantarme e ir a abrir.

Franchesca se encontraba mirándome con una sonrisa. ¡Eran las jodidas cinco y media de la mañana! ¿Por qué me despertaba a esa hora?

-Cuñada llego la modista.

-¿Ahora? -mire hacia la ventana constatando que el sol siquiera termino de salir-. ¿Tan temprano?

-¡Si! -tomo mis manos-. No tenemos mucho tiempo para el baile de compromiso. ¡Vamos!

Ni siquiera me dejó cambiarme de ropa, tiró de mis manos ayudándome a bajar las escaleras.

Al entrar a la sala veo tela por todo lados. De todos colores y texturas. Algunas joyas en todas partes y pequeños retazos de encaje.

« Tiene que ser una jodida broma »

La modista, una mujer de unos treinta y tantos años, corre en mí dirección. Me da dos fuertes besos en las mejillas y me mira de arriba abajo.

-Pero que belleza -noté subas acento francés-. Este muchacho si que sabe elegir.

-Gracias.

-Y mira que ojos -sonrió aún más-. Serás la envidia de todo el mundo.

-Vamos a quitarte esto...

Quitaron la bata de encima mío provocando que me sonroje debido a lo que tengo debajo. Es apenas un fino camisón de seda blanca, un poco al cuerpo... Lo siento pero es muy cómodo para dormir.

Las mire con vergüenza y pena. Nadie jamás me había visto en este estado.

-Joder. -dijo Franchesca-. Ahora entiendo mejor a mi hermano.

-Ay, no digan eso, por favor.

La modista saco un metro y empezó a medir mi cuerpo. Brazos, piernas, cintura, pechos y muslos.

-Tienes que elegir la tela -anotó esto último-. ¿Cuál vas a preferir?

-Satén azul -dije tocando la suave tela-. Quiero está.

-¿Segura?

-Si, completamente.

Anotó lo último y me sonrío. Luego pasamos a la elección de los adornos y joyas, preferí un collar, me parecía suficiente con el anillo que Alessandro me dió.

Escuchamos los pasos acercándose, Alessandro y sus hermanos se quedan helados al vernos. Nos congelamos todos, ellos miran todo el desastre a nuestro al rededor.

Se acercan ver las telas. Alessandro me mira de arriba abajo medio sorprendido. Claro, jamás me había visto tan descubierta. Aunque viéndolo de ese modo no era una chica muy atractiva.

VERDADES DOLOROSAS [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora