( . . . )
ELIZABETH KELLER:
Pañales.
Cuna.
Ropita.
Alessandro y yo pasamos la tarde en el centro de París.
Durante los últimos cinco meses él ha estado en modo protector conmigo. Llevo ya un vientre enorme dónde nuestra hija no deja de moverse.
Si, nuestra hija.
Iba a tener una hermosa niña.
Los hombres de Alessandro cargaban las bolsas de compras hacia los autos. Eran tantas que hasta yo me olvidé que habíamos comprado.
—No escatimes en gastos, mí amor —comenté, burlona.
—Se trata de mí hija, amor —beso mí mejilla a la vez que acarició mí vientre—. ¿Que me dices, hija?
—Pobre, la vas a consentir demasiado.
—Va a ser mí princesa —sonrió—, ¿que más podría hacer?
Aún antes de su nacimiento Alessandro ya había creado un lazo muy fuerte con la bebé. Apenas él llegaba de trabajar, ella se movía y cuando le hablaba, aún más.
Será una caprichosa consentida.
Me alegraba verlo tan feliz por su llegada.
Había preparado todo el cuarto él solo. Tenía que admitir que había quedado hermoso, con tonos grises y rosas que le daba un toque adorable.
—Vamos, amor —dijo—. Tenemos que volver a casa.
—Si, lo sé —tomé su mano para subir a la camioneta.
Me quedaban solo dos meses para el nacimiento de Elena. Próximo 22 de octubre. Estaba muy asustada y nerviosa. No sabía si algo iba a pasar en el parto o si podría salir algo mal.
En fin, habíamos pasado dos semanas en Francia comprando lo último que nuestra bebé necesitaba.
Volvimos a Italia, me sentí en casa finalmente al pisar está tierra. Cerdeña se había vuelvo un hogar para mí, las personas adoraban a la familia Leone y eso no era un secreto para nadie.
¿Que paso con Mustafá?
Aún no hemos tenido noticias de él. No ha vuelto a llamar o a intentar tener contacto con nosotros.
Cómo deseaba que estuviera conmigo ahora.
Tanto habíamos soñado con criar a nuestros hijos juntos, yo sería la madrina de los suyos y él el padrino de los míos.
¿Donde habían quedado esos maravillosos planes?
Subimos a la camioneta blindada y comenzamos el viaje.
No podía creer que un simple empresario tenga tantas precauciones como guardaespaldas y autos blindados.
Que ingenua era, ¿no?
ESTÁS LEYENDO
VERDADES DOLOROSAS [En Edición]
RomanceUNA MENTIRA PARA MANTENER APARIENCIAS. Una joven dulce, inocente y pura, que cometió el peor error de una mujer... Se enamoró del hombre equivocado. La inocencia que se convierte en odio. Un odio que viene con venganza. Y una venganza que se convier...