IX. EL INICIO DE LA MENTIRA.

101 5 0
                                    

UNA SEMANA DESPUÉS

MYKONOS (GRECIA) •

( . . . )

ALESSANDRO LEONE:

« Hace mucho que no pisaba está tierra »

La tierra natal de mi madre, aquí nació y se crío hasta que se enamoró de mí padre para casarse meses después. Hay tantas historias en cada calle.

Elizabeth iba unos pasos más adelante admirando cada rincón. Parecía una niña en juguetería.

-¿Te gusta? -pregunté cuando la alcancé-. Bienvenida a la tierra natal de mi madre.

-Es hermoso, Alessandro -me abrazó dándome un beso-. ¿Tu madre se crío aquí?

-Si. Hasta que conoció a mí padre.

-¿Y como fue eso?

-Él caminaba y ella también -le sonreí-. Amor a primera vista y... Bueno, se casaron.

Caminamos por las calles de la mano.

Nada. No sentía nada al tocarla, en comparación a Rebecca.

« Solo un año, Alessandro »

Tenía que aguantar solo un año y luego podríamos acabar con esto. Quizás huir a Marruecos y tener una vida tranquila.

¿Hijos?

No. Definitivamente no.

No me imaginaba siendo un buen padre, mucho menos uno presente. Así que me negaba a serlo.

-¿Que tienes? -indagó ella al notar mí silencio-. ¿Todo bien? Estás medio raro.

-Estoy bien, solo un poco cansado -sujeté su cintura entre mis manos-. Es que ayer no pude dormir mucho, ya sabes...

-No tengo la culpa -cruzó sus brazos sobre su pecho-. Fuiste tu.

-¿Yo?

Logró safar de mí agarre y se adelantó unos metros más adelante. No tenía que ser muy inteligente para saber que estaba completamente sonrojada.

Cruzamos por las calles hasta llegar a la playa. Había un par de personas allí, familias y parejas.

Pongo las toallas en la arena mientras ella saca de la canasta sándwiches. Algo de lo que no podía quejarme era su talento en la cocina. Hacia que un simple sandwich sea un manjar al paladar.

-¿Y cómo está? -me miro con curiosidad-. Lo hice rápidamente.

-Delicioso... Cómo siempre.

-Me alegro, Alessandro -se giro hacia mí-. Sobre el restaurante...

-Tendríamos que iniciar los planes para la inauguración.

-Creo que es demasiado, Alessandro -suspiró-. ¿Estás seguro que...?

-Si. Estoy muy seguro -la miré sonriendo-. Lo hice y sigo haciendo porque te amo, te amo mucho.

VERDADES DOLOROSAS [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora