• Rusia •
( . . . )
KATHERINE MARCORIOUS:
Bajamos del helicóptero directo en la mansión Marcorious. Samara y Dante están abajo viéndonos aterrizar, el piloto nos dejó en el suelo y apagó el motor.
Nos acercamos hacia ellos. Ambos tenían una sonrisa de victoria.
—¿Cómo fue todo? —pregunté, abrazándome con Samara.
—Bien, no perdimos a muchos hombres.
—¿Cuántas bajas?
—Cincuenta —respondió Dante, apenado—. Eran buenos soldados.
—Les daremos un digno entierro y cuidaremos de sus familias —Mássimo suspiro y se alejo junto a Conrad y Mustafá.
—¿Lista para entrar a casa? —preguntó Samara.
Miré la mansión frente a mí. Tenía las rejas abiertas, esperando a que entre.
Los hombres abrieron las enormes puertas dándome el paso libre. El recibidor de la mansión era gigante, mayormente blanco, de frente estaba la gran escalera de madera negra que iba hacia los pisos de arriba.
Sentí los recuerdos volver. Yo corriendo por toda la casa, la risa de mi padre cuando jugaba conmigo y la voz de mí madre en el fondo.
Empecé a caminar, fui hasta la sala donde los enormes sillones decoraban la gran sala. Mis pasos resonaban en todo el espacio.
—¡Papá! ¡Papá!
—¡Hola mí pequeña!
Me di vuelta al escuchar la voz de Eyra y Mássimo. Ella corría a sus brazos y él la levantó en el aire.
Mássimo beso varias veces su rostro. Me acerqué hasta el escenario que jamás me iba a cansar de ver, el amor que se tenían era hermoso.
—¡Mami! —exclamó mí pequeña al verme—. ¡Mami!
Bajo de los brazos de su padre y vino hacia mí. La abracé oliendo su aroma, la había extrañado tanto que me sentía morir cada día sin ella.
Se alejo, tenía su ruliento cabello en su rostro. Lo quité para ver como sonreía, estaba sana y feliz, era una niña preciosa y tierna. Sus hermosos ojos negros como su padre, eran tan brillantes.
Iluminaban todo nuestro mundo.
Mássimo se acercó a nosotras.
—¿Cómo la pasaste, bebé? —le pregunté, besando múltiples veces la carita—. ¿Nos has extrañado?
—Mucho, mamá. Los extrañe demasiado —abrazó a su papá—. Me gustó mucho donde fui a quedarme, había mucho sol y hacia calor, ¿podemos ir algún día?
—Podremos ir cuando tu quieras, mi amor —Mássimo la levanto en brazos.
—¿Esta es nuestra nueva casa?
—Si, Eyra —respondí—. Estamos en casa.
Recorrimos toda la propiedad, habían más habitaciones de las que podíamos contar. Eyra se fue con Paolo a correr por ahí.
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VERDADES DOLOROSAS [En Edición]
RomanceUNA MENTIRA PARA MANTENER APARIENCIAS. Una joven dulce, inocente y pura, que cometió el peor error de una mujer... Se enamoró del hombre equivocado. La inocencia que se convierte en odio. Un odio que viene con venganza. Y una venganza que se convier...