XVIII. NO JUEGUES.

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( . . . )

KATHERINE MARCORIOUS:

El sol anunció la llegada de un nuevo día y la partida de todos. Era entendible si Samara Santo no aceptaba una alianza, era un gran peligro enfrentarnos a la dinastía que regía.

Estaba sentada mirando desde la ventanilla del jet cuando vi a Cobra aparecer. Trajeado completamente de negro, recién afeitado, bien peinado...

¿Que hormonas seguirían en su lugar ahora?

Era sin lugar a dudas uno de los hombres más guapos que vi en mí vida. Por esa misma razón me quedé mirándolo mientras leía los papeles que tenía en su mano.

—¿Tienes alguna información? —pregunté.

—Nada.

—¿Algo de Italia?

—¿Quieres saber de tu hija? —levantó sus ojos negros hacia mí.

Fruncí el ceño, —. ¿Esta mal?

—Ella está bien —volvió a sus papeles—. Si quieres saber de Alessandro...

Golpeé la mesa delante mio.

—¡No vuelvas a mencionarlo! —advertí.

—Calma, Marcorious.

Me levanté de la mesa enojada por algo que aún no entendía.

O más bien era comprensible: me había engañado y usado para proteger a esa zorra de mujer.

—¿Que? —preguntó, como si nada.

—Sabes que pasa.

—No, no lo sé —sonrió—. Si me explicas...

—Arruinó mí vida —le recordé, con tan solo esas palabras sabía a qué me refería—. Toda esa felicidad, ese “ amor ”... Era mentira.

—Eras inocente, no tenías idea...

—¡YA BASTA DE DECIR QUE ERA INOCENTE! —grité—. ¡BASTA, BASTA! ¡ESO NO IMPIDIÓ NADA! ¡ME MINTIÓ DESDE EL PRINCIPIO! —tiré las cosas de su mesa.

—¡¿Y PIENSAS QUE HACIENDO ESTAS ESTUPIDECES... —señaló los papeles en el suelo—; VAS A CAMBIAR ALGO?!

—¿Y que tengo que hacer?

—¡¿Que quieres hacer?!

—¡QUIERO DESTRUIRLO! ¡QUIERO MATARLO! —expresé con rabia—. ¡Quiero que jamás olvidé que me conoció! ¡Quiero que desee jamás haberme conocido!

—¡Entonces manten la compostura...!

Se acercó más a mí y coloco su dedo índice en mí frente presionando esa área

—¡Y métete en la cabeza que eres hija de Aleskei Marcorious! ¡Reina de Rusia y líder de todo el mundo! —quitó su dedo—. Tu eres el mundo.

Lo miré y me miró de manera fija.

Tenía la respiración acelerada y no sabia que decirle, de verdad tenía razón... No me estaba comportando de la manera adecuada.

Esté solo suspiro. Antes de que pueda decir una palabra la puerta se abrió de manera abrupta...

VERDADES DOLOROSAS [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora