XXV. PASIÓN DESMEDIDA POR EL HOMBRE CORRECTO.

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_ FLASHBACK _

Una semana después.

• Dubai, Emiratos Árabes Unidos •

( . . . )

MÁSSIMO COBRA:

_Tengo a los Leone en la mira _ comentó Newton, comunicándose por el auricular intercomunicador _ Ali Sanhur a su lado, junto a otras tres personas.

Tenía a Conrad como vigilante en las entradas, a Mustafá como francotirador justo en el edificio de enfrente y a Santo, junto a su gente, cubriendo las entradas de los guardias.

¿Donde estaba Dante?

Vigilando desde el refugio por las cámaras, manejaba la vigilancia tecnológica.

—Tengo que ir ya —anunció Katherine—. Nos vemos arriba, ¿de acuerdo, Cobra?

Miré a mí esposa a mí lado, recorriendo cada parte de su cuerpo sobre ese disfraz.

Samara Santo había diseñado la ropa que Katherine usaría esta noche. Trataba de una top rojo lleno de incrustaciones de piedras preciosas y una falda del mismo color con cortes en ambas piernas...

Algo muy revelador en mí opinión.

O quizás haya sido que estaba celoso.

La máscara que llevaba cubría mayor parte de su rostro, a excepción de sus ojos y labios. Dos cuernos sobresalían, era una diabla... No es algo muy común aquí, pero una mujer del infierno siempre es una tentación para un hombre.

Los lentes de contacto disfrazaban en inusual color de sus preciosos ojos a un marrón bastante común. Tenía el cabello suelto con algunos apliques brillantes en su pelo, entre ellos se encontraba a famosa inyección de Amobarbital escondida.

En fin... Era la jodida Reina del Infierno.

—¿Leone no te reconocerá?

—La máscara ayuda bastante, Mássimo —se cruzó de brazos.

—¿Y bailando no lo hará? —continué cuestionando.

Ella se giró sobre si y camino hacia el escenario, antes de llegar se volvió hacia donde yo estaba...

—Ve a tu posición, no pierdas de vista el blanco... Ni el escenario —dijo antes de seguir caminando.

_Dejen sus problemas matrimoniales para otro momento _ Samara habló.

—Cierra la boca, Santo —ella rió ante esto último.

La música empezó a sonar y esa era mí señal para poder ir a mí puesto. Aproveché la salida de algunas mujeres que provocaron la distracción de todos llegar hasta allí.

Me encontraba en un punto de mira justo frente al escenario. Tenía a todos los invitados como blancos tan fáciles para volarles los sesos... Perfecto.

Veía a Alessandro, a sus hermanos y padre, podía matarlo... Podría hacerlo tan fácilmente.

No. Seguramente Katherine me mataría si lo hacía.

VERDADES DOLOROSAS [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora