XXXVIII. LA HEREDERA.

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Volgogrado, Rusia.

MÁSSIMO COBRA:

Eyra daba golpe tras golpe a los guantes de Mustafá, él le indicaba como y cuando hacerlo. Inevitablemente los recuerdos de Sebastián se me vinieron a la cabeza, ese vacío y desesperación se me mezclaban en el pecho... Quería destruir el mundo.

Sin dudas mi pequeña princesa Dragón era demasiado inteligente y astuta, pero pequeña en fin. El solo hecho de saber que me la podían quitar y hacerle aberraciones me daba rabia e impotencia. Iba a matar a cualquiera que le pusiera una mano encima, más alejado de ellos, Dante entrenaba justo a su hijo. Paolo.

El pequeño Santo/Ferreira, entrenaba duro para demostrarle a Eyra que podía cuidarla y ella entrenaba duro para demostrarle que él era un idiota.

No sabía a quién se parecía más mi hija.

Si a Katherine o a mi.

El hermoso e hipnótico perfume de mi mujer se apareció a mi lado, haciendo que volteé en su dirección.

—Es fuerte. —notó, mirando a nuestra pequeña guerrera—. ¿Siguen con su competencia?

—Si. —volví a mirar a mi bebé—. El Chamán vendrá en menos de una hora. Quiere revisarla.

—El Chamán dice que es demasiado inteligente para su edad —observamos a Eyra—. Es asombrosa.

—Se parece a ti —ella me miró y yo a ella—. Eres... Toda mi vida, Katherine.

—¿Te sientes bien?

—Mejor nunca, mi amor. —besé sus manos.

¿Quien diría que aquella bebé que sostuve en mis brazos sería ahora mi esposa y madre de mi hija?

Cuando la vi por primera vez en la panadería, pensé que estaba enfermo y mal de la cabeza. Soy diez años mayor que ella, pero no me importó nada. Fui dueño de su primer orgasmo, de su primera infidelidad hacia el bastardo de Leone y ahora soy su esposo... El hombre que podrá el mundo a sus pies y a los de mi hija.

Me tiene de esclavo, de servidor, de guerrero... De todo lo que necesite. Mi vida es suya.

El Chamán llegó media hora después. En la sala revisaba a Eymera, le hacía preguntas y ella respondió todas correctas. No tenía miedo a la hora de responder, sabía todo lo que hacia.

—Es sencillamente increíble —se acercó a nosotros—. Jamás vi a alguien así.

Sonreí orgulloso, —. Hicimos un gran trabajo.

—Lo hicieron, muchachos —miró a Eyra y luego a nosotros—. Presenta una inteligencia superior. Una buena mezcla entre ustedes.

—¿Que nos recomiendas, Chamán? —preguntó Katherine.

—Déjenla ser, lo que necesite se los pedirá ella misma.

La abrupta llegada de Eduardo nos hizo sobresaltar. Este parecía apurado.

—Señor Cobra —estaba sin dudas agitado—. Piden permiso para entrar al territorio.

Nos miramos entre nosotros, —. ¿Quien?

VERDADES DOLOROSAS [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora