CAPÍTULO 2

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Emily

Organizaba los archivos de las colecciones pasadas. Estaban un poco desordenadas. El grupo de diseño aveces espulgaban en ellos para intentar no repetir diseños, pero la realidad era otra. Habían repetido en las ultimas propuestas. Y eso era terrible.

Era de lo mas aburrido organizar archivos. Odiaba estar de arriba para abajo buscando archivos por todos lados. Siempre llegaba fatigada a mi lugar, y estar de esa manera, no me convenía en lo absoluto.

Moira me lanza miradas llenas de lastima al verme abrumada con tanto estrés, por culpa de la persona que menos apreciaba nuestro trabajo.

Detestaba esas miradas que le daba a las modelos que venían para las secciones de fotos. Pervertido. Maldito pervertido. No tenia celos, sino incomodidad. No se veía profesional.

Me consideraba una mujer muy, pero muy diferente a esas modelos. No me consideraba una modelo, pero sí una persona muy normal y corriente. No era fea, pero tenia lo mío. Que no dejara desnudar con la mirada, era otra cosa muy diferente.

Cuando llegue a la empresa, me entrevisto la señora Harrison. Una mujer muy diferente. Trataba a sus empleados con mucho respeto y cordialidad. Como si fuera familia. Siempre con una sonrisa dibujada en su rostro. En cambio, su hijo, era todo lo contrario. Patán, amargado, irrespetuoso, mal educado, pervertido al nivel de que no me daban ganas de vestir como las demás chicas, por el asco que me daba que desnudase a las chicas con la mirada. No quería que viera tan siquiera un centímetro de mi piel.

Mi vestimenta siempre cubría todo mi cuerpo. Camisas manga larga, pantalones largos no tan ajustados y vestidos largos con bastante tela que no muestra tan siquiera un poco de figura. Otras dirían una bata, pero para mí era protección.

Baje mis lentes al escritorio tras finalizar de leer que cada informe estaba correctamente bien y organizado. Tenían que estar perfectos para yo no pasar tanto trabajo, para cuando el patán de mi jefe se atreviera a inundarme de tareas.

Moira se veía agotada, así que no dude en decirle que se marchara a su casa. No era para anda justo que ella tuviera que quedarse, solo por que a nuestro maldito jefe, le has dado la gana de darme más trabajo. Para nada.

Una hora mas tarde, me encontraba frente a la maquina para registrar mi salida. Mire mi reloj desesperada por salir, cuando estando a pocos segundos de hacer mi registro, escuché la voz de mi jefe a la distancia, hablando con el caballero de seguridad. Deslicé la tarjeta por la ranura de la maquina, tan pronto marcó las 7:00 de la noche y salir de allí cuanto antes.

Salí del edificio con prisa para evitar topármelo. Había sido suficiente por un día.

Al llegar a casa, pude respirar tranquila. Dentro mi perímetro, no había estrés. Solo se podía respirar paz. Gracias a Dios.

Luego de ducharme, me tumbé sobre el mueble. Era cómodo para tener un momento de relajación; justo lo que necesitaba.

Abrí los ojos de golpe al sentir que me tocaban. Era Lina, mi amiga y compañera de piso.

—Emi... —dijo con suavidad. —Has olvidado la maquina de oxigeno. —Toque mi rostro en busca de la mascara de oxigeno, pero no la hallé. La habia olvidado. —Ten. Póntela —dijo entendiéndomela. —Estrés, ¿cierto? —preguntó teniendo toda la respuesta con mi silencio.

Lina y yo nos conocimos en la universidad. Desde entonces, somos compañeras de piso. Con ella nunca tuve problemas de convivencia. Ya que desde el primer momento que comenzamos a compartir piso, pusimos reglas. Mis inquietudes eran obvias. No traer personas a casa sin preguntarle al otro, y como por mi condición lo que me gustaba era tener un lugar tranquilo donde se convirtiera en mi refugio de relajación, ella acepto mi inquietud y nunca se atrevió a traer nadie. Lina era alborotosa, pero respetuosa. Durante nuestra convivencia, descubrimos que teníamos cosas en común. Y eso era más fácil para llevarnos mucho mejor. Era una fanática de la moda. Me encantaba casi todos los conjuntos que usaba. Nos volvimos más que amigas. Amigas de esas que podíamos compartir todas nuestras cosas, ya sean tristes o felices. Nos volvimos familia.

Querido HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora