CAPÍTULO 15

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Emily

Habían pasado algunos días desde lo sucedido y aun no había ido por mis cosas a a empresa.

Me replanteaba si ir por ellos o pedirle a Moira que me hiciera ese pequeño favor, aunque me tuviera que encontrar con ella en alguna cafetería o simplemente a la salida de la empresa. No estaba como para verle la cara a Harrison.

Llego al hora de mi medicación; así que me senté en el mueble y comencé a leer un libro en lo que la medicación hacia efecto.

Una hora más tarde, me encontraba mas relajada. Tanto pensar en ir por mis cosas, me desestabilizaba. Es que ese era el gran don de Harrison, desestabilizar a todos.

Estaba caminando por el pasillo hacia mi habitación, cuando el timbre de la puerta sonó. Me di media vuelta y camine hacia ella. Al abrir, quede sorprendida por al persona que allí afuera  se encontraba.

—Señora Harrison... — pronuncie sorprendida.

—Hola, señorita Moore, ¿puedo pasar? —preguntó con una sonrisa en su rostro.

—¡Claro! Adelante, pase. —Me hice a un lado para que ella pasase.

Observe como miraba todo lo que había en la sala de estar. Una sonrisa se dibujo en su rostro; sonrisa que no pude descifrar.

—Muy cálido y hogareño su apartamento —sonreí. —Me recuerda a mis tiempos en el apartamento que tenia cuando estudiaba en la universidad. Muy bonito.

—Gracias.

—¿Vives sola?

—No, no vivo sola. Vivo con una amiga desde la universidad. Somos como si fuéramos hermanas.

—Con razón me resulto muy hogareño. Yo también solía vivir con una amiga de estudio.

Sonreí algo apenada. Y no era precisamente por que mi apartamento me resultara inmundo, sino que me daba pena que una mujer de su clase, estuviera sentada en mi mueble. Mi hogar no me avergonzaba, puesto que lo había conseguido con mucho esfuerzo, pero me apenaba verla en mi apartamento.

Nadie había pisado mi apartamento. Siempre habíamos sido Lina y yo, no tan siquiera sus padres habían venido a visitarla.

—¿Podría preguntarle, con mucho respeto, porque ha decidido visitarme? —pregunte algo confundida.

—Te mentiría si dijera qué pasa de casualidad por el lugar y decidí visitarte. —Era evidente que eso seria mentira. —He venido por que sostuve una conversación con mi hijo. Me ha notificado que has renunciado. Me gustaría saber personalmente, cuales fueron las razones para hacerlo. No la juzgaré, puesto que mi hijo es algo terco.

—Yo no diría terco... —dije por lo bajo, pero al escuchar su pequeña risilla, me maldije por haberlo dicho.

—Que no te apene lo que haz dicho. Tu tienes tu visión y la respeto. —Al menos me tranquilizaba, que mi comentario, no le molestaba en lo absoluto. —¿Me podría comentar que sucedió para que llegara a tomar la desviación de renunciar?

—Pues... En primer lugar, renuncie por motivos a mi salud. Estar en un ambiente de constantes discusiones, no me ayuda en lo absoluto.

—¿Sufres de alguna condición? —Asentí.

—No voy a entrar en detalles de ella, pero si tengo una condición que vale más que cualquier cosa.

—Comprendo.

—La realidad es que su hijo derramo la última gota que lleno el vaso. Jamás había tenido el sentimiento de detestar a una persona; y su hijo lo logro. Logro que lo detestara tanto al nivel que me hizo explotar. Le dije sus verdades en la cara. Es un irrespetuoso. Un egocéntrico. Le falta empatía. Un mal educado. Le cuesta decir un simple "gracias"  o un "buenos días" o "buenas tardes", y ni se diga un "por favor". Todo lo que hace es ordenar de malas. Solo piensa en él y en el dinero que le generamos como empleados; y no soy la única que lo dice. Puede preguntar si lo desea. No tengo necesidad de mentir.

—No tengo por que hacerlo. Es como si fuera el tema de la empresa diariamente —comentó riendo un poco. —Mi hijo no será el mejor del mundo, pero la realidad es que el cambio  mucho después de un terrible suceso —añadió. Su rostro reflejaba tristeza. —Hace algunos años perdí a mi hija en un accidente de auto. A mi hijo, la perdida de su hermana le pego demasiado. Era su hermana melliza. Una niña con grandes metas y deseos. Y todo eso se fue el día que falleció en ese accidente... —Mis ojos se cristalizaron al ver como ella derramaba lagrimas, mientras contaba el suceso. Se me arrugo el corazón. —... Mi niña murió al instante. Murió con tan solo 20 años. Tenía una vida por delante. Era muy talentosa. Tenía la esperanza de que se uniera a mi a la empresa cuando terminara sus estudios. Diseñaba hermoso. Era la compañera perfecta para mi. Para nuestro negocio familiar. Siempre fuimos tres: Leah, Elian y yo. Fui madre y padre para ambos. Fue muy difícil criarlos. Su padre nunca los quizo, así que me toco sola con ellos... Días después de su entierro. Elian llego a mi en muy mal estado. Devastado, diría yo. No comprendía por que se estaba echando la culpa del accidente, pero no fue hasta que me hizo una confesión... Elian me había confesado que el día antes del accidente, Leah y el habían tenido una discusión por que ella había tomado su auto sin avisarle. Elian era muy celoso con su auto. Ese día, él tenia un examen en la universidad y debido a no tener su auto, no pudo tomarlo. Se pelearon todo el día, hasta que en la noche, Leah le pidió que llevase su auto al mecánico, porque le había sentido algo extraño al auto. El pensó que solo lo hacia por molestarlo de nuevo y no lo hizo. Según el récord policiaco, los frenos del auto no estaban funcionando, y debido a eso sucedió el accidente. —Se limpio el rostro con un pedazo de papel toalla que había sacado de su cartera. —Lo lleve a terapias. El tenia que comprender que no había sido su culpa, pero esa culpa siempre se quedo en él. No se ha podido perdonar la perdida de su hermana.

—¿Por que me cuenta todo esto? —pregunte con melancolía.

—Porque me gustaría que comprendieras que de la manera que esta actuando mi hijo, es porque al verte, él recuerda a su hermana. Actúas como ella y, en ti él ve ese terrible día. Aún así, luego de una charla por lo ultimo que sucedió en el ascensor, note que estaba algo extraño. Le pregunte y me mostró tu diseño. Me contó que renunciaste por que ya no lo soportabas y que había sido un desagradecido. Le ayudaste a un equipo sin que te lo pidiera. Fue un gesto muy bonito de su parte. Ahora, mi hijo se arrepintió de haberte tratado mal y quería remediar todo dándote una nueva oportunidad que tanto deseabas tener desde el día uno que llegaste a la empresa. Y de paso, quede muy asombraba con la propuesta que te hizo. Darte la posibilidad de hacer una colección, es como poner toda su área en tus manos.

—Entonces...¿Lo del contrato era cierto? —pregunte y note como su semblante cambio. Denotaba confusión.

—¿De que contrato me habla?

—Me dijo que perdió el contrato que usted le dio.

—¿Como dijo? —cuestiono. 

—Pensé que lo sabia.

—No. No me lo comento.

—Lo siento. Pensé que tenía conocimiento del asunto.

—No entiendo que tiene mal esa propuesta para irle mal durante estos 3 años —dijo confundida, mientras miraba el suelo.

—¿3 años? —Asintió.

Al cabo de un rato, la señora Harrison se marcho. Dejándome con un sabor agridulce.

Una pregunta vagaba por mi cabeza, y que se me hacía imposible dejarla ir.

Decidí buscar que rayos era lo que buscaba aquella agencia de modelos. Por que la empresa Be Sexy era muy reconocida, y no había razones para rechazarla. Si se trataba de fama, ya la tenían con Harrison, pero no.

Algo no cuadraba.

Querido HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora