CAPÍTULO 38

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Harrison

Caminaba por todo el pasillo apresurado. Subí las escaleras de dos en dos. Quería salir de todo cuanto antes.

Su habitación quedaba a unas 7 de la mía, y como a unas 10 de la habitación de mi madre.

No me iba a ir a dormir hasta que no hablase con ella. Tenia que aclararle las cosas. Debía ser sincero y dejarle saber que no era mi intención haber jugado con sus sentimientos.

Había jugado sucio, y ella no se lo merecía. Le había sacado información muy personal, sabiendo que ella pensaba que hablaba con otra persona. Estaba seguro que de haber sabido que detrás de esos mensajes estaba yo, no me habría y mucho menos regresaría a la empresa. Debí haberme detenido tan pronto supe que la persona a la que le estaba escribiendo, era ella.

En lo único que no le había mentido, era en lo de trabajar de fotógrafo. En las noches, algunos días, trabajaba haciendo secciones de fotos. No cualquier foto, pero eso no venia al caso. Le agradecía a mi amigo de la universidad, por que si no fuera por él, no hubiera tenido un lugar para trabajar la fotografía. Era la galería de su familia y tenia un espacio en el segundo piso. Lo cual era un gran lugar para tomar fotos.

En la aplicación, utilizaba mi segundo nombre, ya que de esa manera las mujeres no me reconocieran. De esa manera, evitaría mujeres interesadas al dinero. Entre a la aplicación solo para olvidarme de mi atracción hacia Emily, pero el destino la puso en mi camino nuevamente.

Era una terrible fachada, pero con Emily, lo hice muy mal. Y estaba pagando las consecuencias de haberme hecho pasar por otra persona. Tarde o temprano llegaría el momento. Era mejor que se enterase por mi, a que lo descubriera por ella misma.

Llegue al pasillo donde estaban nuestras habitaciones. La vi a la distancia hablado con su amiga. Al notar mi presencia en el pasillo, se adentró a la habitación sin tan siquiera permitirme pronunciar una sola palabra.

Su amiga se paro frente a la puerta con las manos cruzadas. Me bloqueaba la entrada.

—Déjame pasar, por favor —pedí.

—Debería no dejarte pasar, ¿sabias? No se merece lo que le hiciste.

—Se que lo hice mal. Es por eso que estoy aquí. Necesito aclarar las cosas.

—No eres de mi total agrado, pero entiendo que Emily merece una explicación de lo que has hecho —comento. —Le has roto el corazón.

—Lo se...

—Te voy a dar la oportunidad de entrar y aclarar las cosas. Ahora, si la escucho alterada, te juro que te sacare yo misma de la habitación. —Asentí. Deslizo la tarjeta llave por la cerradura y abrió la puerta. —La tarjeta, me la quedo.

—Gracias.

—No me des las gracias. No lo hago por ti, lo hago por ella.

—Lo se, y te pido disculpas por todo lo ocasionado. Se nota que Emily te importa.

—Es como mi hermana. —Asentí—. Entra antes de que me arrepienta. —Asentí nuevamente.

Cerré la puerta detrás de mi.

Ella no estaba en la pequeña sala de estar. Por lo cual asumí que se encontraba en la habitación principal. No iba a añorar sin su permiso, por lo cual decidí esperar.

Recosté la cabeza en la puerta, pensando como daría inicio a toda mi explicación. No iba ser fácil, pero tenía que hacerlo.

—Emily... soy yo —dije por fin.

La puerta se abrió y allí frente a mi estaba la mujer a la que le abría roto el corazón. Traía su rostro húmedo e hinchado de tanto llorar. Me maldije por ser el causante de que las lágrimas.

Querido HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora