CAPÍTULO 35

1.3K 48 1
                                    

Emily

Dos semanas después, me encontraba trabajando nuevamente. Tuve que discutir un poco con Harrison ya que, no quería dejarme trabajar. Según él, lo único que debía importarme, era descansar. Estaba harta de la cama. Necesitaba estar en acción.

Verificaba que todas las piezas de lencería, vestidos de baño y vestidos estuvieran todos completos en las cajas que hacia un rato habían traído algunas personas de la empresa. Por el momento, la mayoría de los compañeros trabajaban en el área de la señora Harrison mientras arreglaban el edificio.

Ya me imaginaba Moira contenta trabajando con la señora Harrison. Cuando estuvimos trabajando con las modelos, ella parecía estar en cantada con esa área; tal ves le podría enseñar a coser para que pueda ser parte de las costureras del área. Seria un gran sueño cumplido.

—Están todos los atuendos. ¿Donde los coloco? —le pregunte a Harrison, quien estaba sentado al otro lado de la mesa.

—Déjalos ahí. Al rato los muevo a un lugar seguro —dijo sin tan siquiera mirarme.

—Ni que tuviera que estar custodiado —dije con ironía. Tome asiento y continue verificando los papeles.

—¿Ya te sientes mejor? —pregunto de repente.

—¿Por que la pregunta? —interrogue.

—Soy el jefe, creo que debo preocuparme de que mis empleados estén bien, ¿no crees?

—Me siento bien —dije muy segura. Era la verdad, ya estaba mejor, solo debía tomarme algunos medicamentos dos veces al día y listo.

—¿Segura?

—Si lo que intentas es hacerme ir a casa a descansar, te estas equivocando. No me iré y dejare esto sin hacer. Faltan tres semanas para el evento y no estoy dispuesta a perder tiempo. Quiero terminar esto.

—Como quieras. —Se levanto y caminando dijo: —Iré a preparar la comida.

—No es mejor pedirla. Hay trabajo por hacer.

—No. Prefiero sacar mis dotes de chef. —Rodé los ojos. Cuando quería hacerse el payaso, lo era en todos los sentidos.

Al cabo de un rato, nos encontrábamos en su oficina, en la primera planta de su casa.

Monte dos maniquíes para explicarle cómo debían estar los vestidos. Cada maniquí debía de estar en frente del vestidor de cada modelo. A él le pareció una buena idea. De esa manera, las asistentes de cada modelo, no tendrían que correr; y mucho menos yo.

—Me parece perfecto. Es más organizado. No creo que tengamos problemas con este método. Creo que si va como espero, lo podremos utilizar para las próxima colecciones.

—Creí que solo haría esta colección.

—¿No deseas hacer más colecciones para mí? O mejor dicho, para nuestra empresa.

—Diseñar es mi pasión. Pero habíamos quedado en que solo seria esta colección.

—Entiendo...

El silencio reino unos segundos. Segundos que fueron eternos. Parecía estar decepcionado. Pero de pronto su expresión cambio.

—Sigamos.

La noche llego y se suponía que regresara a casa, pero aun me faltaban unas cosas por terminar. Tuve que arreglar un informe de protocolo para el día del desfile. Harrison lo había hecho sumamente mal. Definitivamente, redactar no era su fuerte.

—¿Tan mal estaba? —pregunto avergonzado.

—Muy mal. Tienes suerte de tenerme aquí. De lo contrario, esto se hubiera ido así a imprimir. Seriamos la vergüenza.

Querido HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora