Harrison
Hacia casi 6 años que Emily Moore trabajaba para mí. Una mujer de rostro muy bonito, pero tenia algo que le hacia diferente a las demás. Estaba acostumbrado a que todas las chicas ya sea modelos de la empresa, empleadas o simplemente visitas, me coquetearan. Sí, todas menos ella. Ni me volteaba a ver. Siempre indiferente. Sumisa ante mis ordenes; me molestaba demasiado. ¿Cómo una mujer podía elevarme mi mal genio sin tan siquiera decir una sola palabra? Era ridículo, pero cierto. Me provocaba un enojo al grado de descontrolarme.
Todas las mañanas la interrumpida cuando su taza de café estaba a medio camino a la boca. Notaba su gesto incomodo y lleno de enojo. Me causaba gracia ver aquellos gestos por las cámaras que estaban frente a su escritorio.
Era evidente que yo no le caía muy bien. Ademas la empresa no era para llevarse bien. Mas bien para trabajar y ganarse el pan de cada día, como yo. Y no se trataba que me faltara. Lo tenia todo, pero mantendría mi mente ocupada sí trabajaba; ademas, la cuenta subiría.
Ahora que Emily Moore se atrevió a decirme en la cara, o mejor dicho, escupir lo que pensaba de mí, me hizo sentir muy incomodo. Solo una persona en toda mi vida me hizo sentir incomodo. Incomodo en el sentido de, sentirme como la mierda, como la peor persona del mundo; y esa persona, ya no estaba en este mundo.
Siempre pese que tenia algún talento, aunque fuera escondido. Era imposible que una secretaria que no conocía la industria de la moda, pudiera dar buenas opiniones; pero al ver el diseño, me dejo anonadado. Sin palabras. Era justo lo que buscaba. Algo diferente a lo que normalmente ambos equipos presentaban. Había transparencia, diferentes encajes a escoger y los colores, muy sensuales. Colores que llaman la atención.
Fue inevitable no imaginármela con esas piezas. Pero había un gran detalle. Estúpido, pero lo había. ¿Como podía imaginarla con piezas sensuales si nunca le he visto un pedazo de piel descubierto? Nunca mostraba piel. Apenas la cara, el cuello, las muñecas. Pero el resto del cuerpo, totalmente cubierto. Fantaseé con ella solo por el hecho que tenga un rostro bonito. Así que asumía que su cuerpo seria lo mismo.
Decidí ofrecerle trabajar la siguiente colección y recibir tremendo reproche. Hasta descarado me llamo. Fue increíble. ¿Debería toma sus palabras por una situación de coraje e incomodidad o simplemente se harto de mi trato para con todos? No tenia la respuesta clara; pero ver su reacción, me aterro saber su respuesta.
<<¡Demonios! Se parece tanto a ella.>>
Mire mi reloj y ella aun no llegaba. <<¿Será que hablaba enserio cuando dijo que había renunciado?>> Estaba desesperado. Si ella no llegaba, ¿como demonios iba a comenzar mi día? Era imposible que me dejara tirado.
Golpes en la puerta de mi oficina, me alertaron. Me endereza en mi lugar y me prepare para lo que sea que tenga que decir.
—Adelante... —dije preparado para recibirla. Mi entusiasmo de recibir nuevamente a la señorita Moore, se esfumo cuando quien entro por la puerta de mi oficina era, la señorita Morgan.
—Señor... —pronuncio al cerrar la puerta detrás de ella. —Perdone que lo moleste, pero... ¿le puedo hacer una pregunta?
—Me parece que ya la esta haciendo, ¿no? —pregunte con sarcasmo.
—Se que no es de mi incumbencia, pero... ¿despidió a la señorita Moore? —pregunto con tanto miedo, que tuve que responderle sin altanería, por primera vez.
—Después de lo que hizo, sinceramente debí hacerlo, pero no. No la despedí. Luego de ver ese diseño, pensé que era necesario darle una oportunidad, pero sus palabras fueron muy precisas y sin titubeo.
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Querido Harrison
RomansaEmily es una mujer con un gran sueño, pero sobre todo, y más importante que ello, un gran anhelo personal y con sentido de urgencia. Emily trabaja como la asistente personal del famosísimo Elian Harrison; hijo de la diseñadora de modas, Sandra Harr...