Harrison
Estar encerrado con una mujer dentro de un ascensor, antes me hubiera importado muy poco. Ahora que estaba encerrado con mi ex asistente y en un estado descontrolado de ansiedad; la escena provocó que me preocupara.
La escena me recordó a mi hermana que padecía de ansiedad. Cuando algo se le metía entre ceja y ceja, no había nada ni nadie que le dijera que se tenia que calmar y tomar las cosa con calma.
Una ves el pánico se apoderaba de una persona y perdía el control de sus pensamientos y de sus actos.
Con mi ultimo intento de contactarme con el guardia de seguridad, logre primero contactar con mi madre. La cual me comentó que no había servicio eléctrico en toda la manzana, pero que me resolvería la situación cuanto antes.
Rato más tarde, la señorita Moore, se volvió a descontrolar. Golpeó las puertas y grito todo lo que pudo, y por más que le pedía que se calmase, mejor que nadie sabia que eso no sucedería.
La luz del ascensor regresa, pero no la luz regular, sino la de emergencia.
Ella dejo de gritar y cuando me giro para verle, luego de pagarla linterna de mi móvil, note como su cuerpo se comenzaba a desvanecer. La agarre de inmediato. Bajándola poco a poco al suelo.
Me maldije por estar en tal situación.
—¿Por que tiene que pasarme esto en esta situación? —reclame como si eso pudiera resolver algo. En estos casos la cabeza no me funcionaba mucho.
La deje recostada sobre el esquinero de la casa metálica en la que nos encontrábamos. Saque el móvil y volví a marcarle a mi madre con insistencia.
—Hijo, acabo de llegar a la empresa. Ya le he dicho al guardia de seguridad que ascienda él generador eléctrico manualmente.
—Que suba la energía rápido. Tengo a la señorita Moore desmayada.
—¿Tu asistente está contigo?
—Ex asistente —corregí. —Eso no tiene importancia ahora. Aquí lo importante es que suban esa energía, y me ayudes con esto. No sé que hacer en estos casos. Me parece que padece de ansiedad y sabes muy bien lo que es eso.
—No te preocupes. Ya lo apuro a trabajar en eso.
Algunos minutos después, las luces del ascensor se encendieron y comenzó a bajar. Presione el botón de detener y luego del de subir al piso de mi oficina. Las puertas se abrieron y de inmediato la tome en brazos para sacarla de allí. Estaba pálida y su rostro estaba bañado en sudor, producto del desespero.
Abrí la puerta de mi oficina y la recosté sobre le mueble grande que tenia desde hacia muy poco tiempo.
Salí en busca del botiquín de primeros auxilio. Donde al llegar al cuarto de descanso, mi madre salía con él en manos.
Le dije que estaba en mi oficina y que estaba pálida, que mejor seria llamar a un medico, a lo cual ella me respondió que seria una buena idea. Me dio el numero del medico de confianza de mi madre y mientras le seguía, le marque.
Mi madre comenzó a atenderla mientras yo me encargaba de contactarme con el medico, que gracias a Dios estaba de salida del hospital.
Logre que viniera a la empresa y le atendiera adecuadamente. Pagaría sus honorarios extras ya que, había tomado tiempo de su descanso. Era lo justo.
—¿Como la ve doctor? —pregunto mi madre.
—Está joven... ¿padece de alguna condición? —pregunto el doctor.
—¿Por que la pregunta, doctor? ¿Ve algo mal? —pregunte preocupado.
—No estoy seguro, pero... lo mejor seria que esta joven la leven al hospital. Su color de piel pareciera que es algo de oxigeno, pero no lo puedo asegurar.
—Llamaré a una ambulancia —dijo mi madre. —No perdamos más tiempo.
—En si, ¿que fue exactamente lo que sucedió? —pregunto el doctor luego de guardar sus cosas en su maletín.
—Nos quedamos encerrados en el ascensor. Ella se descontrolo y tal ves por el pánico, se desmayo.
—El pánico no causa que la piel se vea algo morada; pero la falta de oxigeno, si.
—¿Como? No comprendo. ¿Podría ser más especifico?
—Cuando llegue la joven no tenia la piel pálida. Luego de revisarla, comenzó a ponerse morada. Estaba pálida. Y estar morada es falta de oxigeno. Así que lo mejor que pueden hacer es llevarla de inmediato al hospital o otra será la historia.
—La ambulancia llegara en 2 minutos —anuncio mi madre.
—¿2 minutos? —cuestione. —Mejor la llevo yo mismo. No llegara a tiempo.
Al llegar al hospital me hicieron miles d preguntas que no podía contestar, ya que desconocía su información personal.
No sabia cuentas veces le había dicho a la enfermera que no podía responder a todas sus preguntas, hasta que me harto y deje que mi madre hablase con la enfermera.
Las mujeres tenían ese don de sacarme de mis casillas y querer hacerme mandar todo a la mierda.
Una hora más tarde, la enfermera que me recibió, cuando llegue al hospital, me comento que ella estaba bien y que estaría bajo observación.
<<¿Observación? Acaso ¿eso no era para personas que habían llegado al hospital con un cuadro delicado?>>
No comprendía, pero no me quedaba más remedio que asentir.
—Ya que usted solo la trajo y no pudo dar información de la paciente que nos pudo haber ayudado, no puedo divulgarle información del estado e la paciente —comento. —Solo puedo decirle que esta bien y que se mantendrá en observación por algunas horas, o hasta que el doctor notifique que ya se puede ir a casa.
—Bien, gracias.
—A la orden —medio sonrió. —Disculpe, me retiro.
—Propio.
—Hijo... —hablo mi madre a mi espalda, luego de que la enfermera se marcho. —¿Que te dijeron?
—Nada. ¿Que más me van decir? No me vana decir nada luego de no darle ni un poco de información personal.
—Si quieres puedo intentar que me digan algo.
—No... déjalo así. Estoy casi seguro que este incidente nos llevara tremendo problema.
—No tienes que exagerar. La señorita Moore no es de ese tipo.
—SI hubieras como me hablo y todo lo que me dijo, de seguro lo hará. No me soporta.
—Te he dicho miles de veces que exageras en los tratos con los completados. Bájale dos rayas a ese genio y veras como todo cambia.
—Dudo mucho.
Una vez deje todo pago, me marche a casa. Con lo mucho que me detestaba, era obvio que al menos que quería ver cuándo pudiera salir del hospital, era a mi.
Así que un irme a casa, era lo mejor. No iba a discutir nuevamente. Suficiente ha sido como para seguir como perros y gatos.
Aún así, no importaba que le hubiera dicho, no regresaría. Su seguridad, fue mi derrota.
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Querido Harrison
RomanceEmily es una mujer con un gran sueño, pero sobre todo, y más importante que ello, un gran anhelo personal y con sentido de urgencia. Emily trabaja como la asistente personal del famosísimo Elian Harrison; hijo de la diseñadora de modas, Sandra Harr...