CAPÍTULO 39

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Emily

Salí a media noche del hotel.

Parecía una soberana estúpida llorando por todo el pasillo. Todas las personas que pasaban por mi lado me miraban extraño, otras solo murmuraban. Claro, era más que evidente que habían estado en el momento en que a Harrison se le ocurrió la maravillosa idea de decir todo aquello. Habían presenciado el momento. No veía sonrisas de su parte, pero aun así, me hacia sentir mal. Me había visto la cara.

Lina me alcanzo en la salida. Detuve un taxi casi metiéndome a la calle. Jamas haría una locura como esa, pero quería alejarme de allí cuando antes.

—Emily, cálmate. Te va a dar algo.

—Solo quiero llegar a casa.

Había perdido la cuenta de cuántas veces me había removido las lagrimas durante el trayecto a casa.

Al llegar al apartamento. Fui directamente al baño. Me lave el rostro y luego me cambie de ropa.

Lina preparo café para las dos. Hacia frío, así que un café no solo me quitaría la sensación de frío, sino que me ayudaría a calmarme. Si no era café, era un té, pero el té se me había acabado en la mañana.

No sabia que más pensar de todo lo ocurrido. Si. Me sentía usada. Jamas me aria pasar por otra persona solo para conocer a la persona. Me parecía algo muy bajo.

—No entiendo como pudo hacerme algo así... No me lo merezco —removí la lagrima que caía por mi mejilla.

—Em, no te desgastes por esto.

—Sabes todo lo que me costo que, nadie se enterase de esta condición? Mucho y, él me saco esa información en poco tiempo. Eso no se hace. Nunca me gusto la sensación de que me mirasen con lastima.

—Viste lastima en sus ojos?

—No lo se — respondí dudosa. —No se que pensar...

—Arrepentimiento, ¿tal ves?

—Jamas lo vi derramar lagrimas como hoy. No sé si es culpa o arrepentimiento. No lo sé.

—Tal ves las dos, ¿no crees?

—Llevo casi 6 años trabajando para él. No es el tipo que se victimiza por las cosas que hace. Pero nunca lo vi derramar lagrimas. Lagrimas desesperadas. Conozco casi todas sus reacciones. Todo esto me confunde. No sé que pensar.

—Em, sabes que el no me cae como un dulce o un helado, pero... yo no sé tú, pero yo veo ese hombre muy enamorado de ti. Las dos veces que te vio con los diferentes vestidos, casi se le cae la baba.

—Lin... —Se me corrompió la voz. —... ¿como puede funcionar lago que inició con un engaño?

—Espera... ¿estas aceptando que él te gusta? —Baje la mirada. —Emily... ¿te enamoraste de él? —Me quede en silencio. —Demonios... y yo pensando que lo detestabas.

—No lo detestaba. Solo habían muchas cosas en las que no me agradaba su forma de actuar.

—¿Entonces? —cuestionó esperando respuesta.

—Hace unas semanas... me beso. —Sus ojos presentaban sorpresa. —No se que me ha hecho, pero...—limpie las lágrimas derramadas—... cuando se me acerca y me mira fijo a los ojos durante unos largos segundos, juro que se me olvida respirar. El corazón se me acelera, y siento que me pierdo.

—¡Emily, te pones así por que ya te robó el corazón! ¿A que le temes? ¿A que no pueda soportar estar a tu lado con tu condición? ¡Pues no! No puedes tenerle miedo a algo así. Las oportunidades existen y su no las aprovechas no sabes si funciona o no. Y si no funciona, regresas a este apartamento conmigo, que para eso soy tu amiga, para apoyarte; pero no le tengas miedo a una relación solo por que tienes una condición comprometida y que no sabes si puedes dar lo que la otra persona espera.

Querido HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora