Capítulo 15

644 53 33
                                    


«Somos nuestro propio demonio,
y hacemos de este mundo,
nuestro propio infierno»
~Oscar Wilde

𓆩15𓆪

No. Definitivamente no. No me había gustado el ajedrez. Era... una mierda. Vamos, que sencillamente no sabía jugar, o tenía una suerte espantosa.

Tres partidas. No una, ni dos, ¡tres! Y había perdido en menos de cinco minutos en cada una. Era frustrante y me hacía pensar mucho más de lo que quería.

Íbamos por la cuarta partida, porque no me quería rendir, claro. Pero con solo ver el tablero: Jayce con muchas de mis fichas negras, y yo, con dos Peones blancos suyos... Sí, era más que evidente que la historia se volvía a repetir.

Derrotada, y cansada de perder continuamente, tiré con cuidado el Rey encima del tablero, recalcando mi derrota como una buena jugadora.

—¿Y si hacemos otra cosa?

Jayce mira el Rey color negro, sin creerse que haya abandonado y luego me observa.

—¿Cómo qué?

—Algo más... dinámico, algo más interesante.—suspiré.

Suelta un resoplido gracioso.

—Define dinámico, Jeder, porque no creo que estemos pensando en lo mismo.

Madre. Mía.

—Vaya...—lo miré con interés—Nunca pensé que me dirías de esa manera que quieres hacer cosas dinámicas conmigo.

Niega con la cabeza y me levanto de mi sitio para caminar hasta el otro extremo donde se encuentra él. ¿Qué puedo decir? La idea era tentadora.

Me siento a su lado y miro la pared blanca con poca decoración que tenemos al frente.

—Aunque tu piso es bastante... simple, creo que te pega tanta sobriedad.

Gira la cabeza en mi dirección, quedando a escasos centímetros de mi cara cuando me giro también hacia él.

—¿No te gusta?—enarca una ceja, mirándome a lo ojos.

—Sí, Jayce—sonreí y miré sus labios—Me gusta tu piso.

Lo veo sonreír de lado, negando suavemente con la cabeza. Entonces, nos miramos otra vez a los ojos, y lo veo observarme de una forma tan atrevida, que con solo mirarlo, mis ganas de besarlo aumentan exageradamente.

Me acerqué un poco. Él lo hizo un poco más, y nuestros labios colisionaron de una manera sorprendente, como volviendo a reencontrarse después de varios días sin vernos.

Así que lo besé, recibiendo con mucho gusto sus labios contra los míos.

La posición no era la mejor de todas, así que mientras movía mi boca sobre la suya y él sobre la mía, nuestras manos me posicionaron rápidamente encima de su regazo.

Envuelvo mis brazos en su cuello y no perdemos tiempo en empezar. Una cosa nos lleva a la otra y poco rato después, nuestras respiraciones están tan agitadas que el vaivén de nuestros cuerpos es una tortura virtuosa.

Solo amigos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora