Capítulo 17

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«¿Qué es un beso? Es la muestra de afecto más gentil y sutil de los enamorados»
~Jeder Wilde

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—No lo sé...

—¡Jed!

Dios, que intenso podía llegar a ser.

—Joder, Ethan, de verdad que no me apetece.

—Mentirosa—me acusa seguro—¿Desde cuándo?

—Desde hace diez minutos.

—Joder, ¿Qué voy hacer contigo?

—Que tal... ¿Dejarme en paz?—sugiero—Ya me está empezando a doler la maldita cabeza...

Ethan suspiró y caminó entorno a su habitación como un loco desesperado maquinando su plan maestro e infalible.

—¿Qué ha cambiado?—dice por fin—Llevábamos años haciendo esto, la naturaleza te llama y lo sabes... Además, es tu día.

Mierda... ¿Cuándo iba a salirme con la mia? La naturaleza, y mucho más esa que rodeaba aquella casa, era mi punto débil... ¡Las flores! Malditas flores. Seguro que ahora estarán más perfectas que nunca...

—No me salgas con esas, Ethan...—susurré ahogando un gruñido cansado.

Mi querido Ethan, tan guapo y listo como siempre, me miró más de la cuenta e hizo una mueca rara al instante en que algo parecía encajar en su cabeza. Oh... allá vamos.

—¿Es por Jayce, no?

Bingo.

—No.

—¡Mentirosa!—bufó desesperado—¡Deja de mentirme, Jed!

—Vale, joder.—cerré los ojos y me tiré en su cama.

Entonces, volví a replantearme su oferta, esa misma que me hacía cada uno o dos años... Esa que consistía en irnos una semana a una casa rural. Su casa rural..., vamos, la de sus padres...

Desde los trece, los padres de Ethan solían llevarnos una semana a aquella espléndida casa... Y no es porque estuviera en medio de un campo, sino porque ese lugar era... uno de mis lugares favoritos.

Era nuestro lugar. El de Ethan y mío. Ambos teníamos recuerdos llenos de emoción y un poco de niñez.

Prácticamente, íbamos una semana entera, y justo el último día, celebrábamos mi cumpleaños todos justos; Ethan y sus padres justo a los míos, los cuales venían un día antes de que yo cumpliera años para preparar la tarta o lo que sea...

Allí habíamos celebrado uno de mis primeros cumpleaños. Uno que se recordó por lo alto, el primero de muchos que fui sustituyendo por los olvidados... pero siempre fue... y sigue siendo algo agridulce celebrar aquel día.

Cuando creces, y llega un momento en el que las cosas empiezan a importarte mucho y es ahí cuando a nadie le importan, es como cerrar con todas tus fuerzas una mochila llena de cosas importantes para ti, pero, esa mochila está tan llena que no deja subir la cremallera. Es... es doloroso, frustrante y triste.

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