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URIAH APOLO

A veces, cuando la vida se pone difícil, las personas actúan por orden.

Por lo general, cuando algo impactante ha sucedido en sus vidas, actúan de forma natural, porque sus cuerpos están programados para hacerlo. Sus emociones se alejan y su cerebro solo se enfoca en seguir adelante día a día, ignorando todo lo que realmente importa.

Llegué a ese momento.

Estoy actuando por acto reflejo.

Sé que estoy sonriendo y riendo cuando me despido de Kuriah Thalek y le digo que volveré en menos de dos semanas después de la luna de miel. Le prometo que le traerá un juguete de Inglaterra, el lugar que elegí para llevar a Kaia Thalía porque todas sus novelas favoritas están basadas en Londres. Jane Austen, Charlotte Bronte, Fitzgerald y muchos más. Planeo llevarla a todos los lugares mencionados en esas novelas que creció leyendo porque creo que la hará realmente feliz.

Tal vez fingir que todo está bien es la forma en que la vida tiene que ser de ahora en adelante.

Está parada en la esquina de la sala de estar hablando con Natalie. Se mueve nerviosamente alrededor de sus pies, mordiéndose las uñas, mientras respira con dificultad. Es como una presa que se concentra en su entorno debido a lo asustada que está de que un cazador venga y la atrape. Los ojos marrones de su madre me miran fijamente y su rostro está pálido. Trago saliva y camino hacia ellas.

—La verás en dos semanas, te lo prometo —le digo a Natalie —. Te traeremos un regalo de Inglaterra y Escocia, no te preocupes.

—E-Está bien.

—Voy a despedirme de papá —murmura Thalía antes de salir por el pasillo.

Natalie me impide alejarme.

Su mano llega a mi hombro.

—¿Necesitas algo más? —pregunto.

—Ocultar tu sufrimiento solo lo empeorará. No hace falta tener una luna de miel ahora mismo, no después de esto —me dice —. Thalía es mi hija, pero corregirla es el propósito de mi vida. Lo que ella ha permitido que suceda es completamente inaceptable y está más que bien si quieres estar solo en este instante. No necesitas esforzarte para hacer esto.

Fingir que no ha pasado nada sonaba muy bueno para ser verdad.

Pero no puedo fingir.

No cuando lo único que quiero hacer es gritar hasta que me exploten los pulmones y el mundo arda a mi alrededor. Quiero verlo caer, pieza por pieza, hasta que no quede nada más que corazones rotos y promesas falsas. Quiero terminar con mi sufrimiento, pero se siente imposible, siento que tendré que sufrir este dolor durante toda la vida.

—Abue Nat, qué chiste. —Kuriah Thalek ríe y se pone contra mis piernas para mirar a su abuela con los ojos brillando —. ¿Por qué papito y mamita estarían mal? Son posos, y se aman mucho.

Sí, sé muy bien por qué hago esto.

Sé por qué no le he arrancado la cabeza y por qué no le he gritado como anhelan mis emociones.

Kuriah Thalek se ríe de nuevo —. Papito es el mejor.

Natalie me mira y niega con la cabeza.

—Sí, mamita y yo estamos muy felices —le digo sonriéndole a mi hijo. Mi suegra parpadea —. Kaia Thalía y yo estamos bien —me encuentro diciendo. Me encojo de hombros —. ¿Pasó algo?

—No tienes que mentirme, Uri. Thali me dijo...

Mi sonrisa cae y también el color de su rostro al ver que la pulverizo con la mirada. Mi hijo nos observa, ajeno a la manera en que la hago cenizas por siquiera darme la contra en algo que es tan importante para mi crío, y continúa sonriendo.

No Serpientes, No VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora