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URIAH APOLO

Tengo el corazón entre los labios.

Kuriah Thalek ríe entre mis brazos, su risa soñando con la bella melodía producida por un arpa. La manera en que consigue traer demasiada paz calma todas las emociones ansiosas que hasta hace unos segundos eran las dueñas de los rincones de mi ser. Sin embargo, ahora sólo hay tranquilidad. Una cálida brisa en medio de la euforia.

Sus dedos trazan la constelación creada por los fuegos artificiales que brilla tan alto como la luna, la cual tintinea en medio del cielo repleto de nuevas promesas. Sus pequeñas manos, esas que causan cosquillas en mi rostro cada vez que me acaricia como si fuéramos eternos, se expanden alzadas en el aire con la intención de marcarse junto a las despampanantes bolas de luz.

Voy a ser papá.

Voy a ser papá por tercera vez.

Quizás la razón por la que esta noche se ve tan hermosa no es por estas estrellas o las resplandecientes luces, sino por nosotros. Por la familia que tenemos que ahora está creciendo. Es hermoso, algo de lo que nunca pensé que estaría tan asombrado y orgulloso. Porque nunca soñé con tener una familia propia. Realmente nunca tuve grandes sueños.

Sin embargo, todo cambió cuando la conocí.

Todo brilló cuando me encontré con sus ojos grises.

Corro hacia donde ella está parada después de darle a Kuriah a mi padre, quien está explotando de alegría. Mis brazos se envuelven alrededor de su cintura para tirar de ella contra mí, dejándome sentir su olor, el dulce aroma que me vuelve insano y que enciende cada partícula en mi insignificante ser. Ella es luz, esperanza, lluvia y calma, todo mezclado en una sola sensación que hace que mi corazón lata más rápido que un millón de tormentas eléctricas.

La beso sin fin y hasta que el tiempo es una mera fracción que se vuelve infinita. Ella es mi amor, mi tristeza, mi esperanza. Significa tantas cosas para mí y no puedo reducirlas todas a una sola. En su mayoría, ella es la persona que más amo, la razón por la que todavía respiro hoy, la razón por la que le he encontrado sentido a mi vida.

«Te amo» no es suficiente para lo que siento por ella.

—¿Estás embarazada? ¿Lo estás? —pregunto; nuestras bocas se tocan pero no se besan. Su sonrisa es tan grande como la mía —. Mi amor, ¿estás embarazada?

—Sí, lo estoy. —Asiente, riendo y explotando de total felicidad —. Tengo tres semanas.

Thalía ríe cuando la hago girar en el aire, y maldigo en voz alta cuando me suelta entre risas que la falda va a revelar demasiada piel. Mi boca está sobre la de ella mientras las campanas tintinean en mis oídos, la adrenalina golpea con tanta fuerza que me hace ver sueños locos y salvajes de lo que será el futuro junto a ella.

—Te amo. Te amo mucho —digo entre besos, dejando que nuestros labios bailen con los del otro —. Me haces el ser más feliz de este mundo, ¿lo sabías?

—Te amo —contesta. Kaia Thalía es un desastre de risa cuando me deja besarla por toda la cara, la barbilla, el cuello —. Vamos a tener otro bebé.

—Vamos a tener otro bebé. —Las palabras se llenan de euforia en mi lengua, tan dulces como el caramelo —. ¡Voy a ser papá de nuevo! —exclamo en voz alta y me doy la vuelta para ver a mi familia, quienes no tardan en llegar hacia nosotros para rodearnos en un abrazo rebosante de entusiasmo.

Kuriah Thalek se abre camino hacia nosotros con una gigantesca sonrisa en su cálido rostro. Su sonrisa es el cielo, brillando equivalente al sol, y grita a carcajadas cuando lo elevo en mis brazos para que pueda tomar el rostro de su madre.

No Serpientes, No VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora